martes, 18 de octubre de 2011

Franquismo psicológico

Muchas cosas han sucedido en estos cinco meses de vida del movimiento #15M y mucho se ha escrito, debatido y discutido sobre él, lo cual ya es un avance en sí mismo: en España hace falta hablar mucho y cada vez más de política, porque hace 30 años que nos congratulamos de nuestra transición y nuestra democracia, pero a la hora de defender y ejercer nuestros derechos ciudadanos ya no solemos (o solíamos) estar tan dispuestos. El movimiento, con todos sus defectos y virtudes, ha sabido, a través de una verdadera inteligencia colectiva, sacar a la luz problemas que no estaban en la agenda de los grandes partidos políticos ni de los grandes medios de comunicación: los desahucios injustos, el obsceno número de viviendas vacías en el centro de todas las ciudades españolas, las redadas racistas y, en general, los abusos descontrolados de unas élites económicas que han tenido la suerte de coincidir en el tiempo con la generación de políticos más pusilánimes que ha conocido la historia reciente (de Obama a Sarkozy, pasando por el campeón de los vendidos, Rodríguez Zapatero).

Pero, además de todo esto, que a mí ya me basta para celebrar la aparición de este movimiento, este ha puesto de manifiesto un fenómeno esencialmente español: un franquismo psicológico (también podríamos hablar del sociológico, pero a mí me fascina más la psique y sus vericuetos, qué le voy a hacer...) que está descaradamente presente en buena parte de la población española y en una aún mayor parte de la clase política. Evidentemente que esta crisis es un fenómeno planetario. Sin embargo, sólo en España los partidos conservadores hacen declaraciones tan desmesuradas, tan desenfocadas que identifican a cualquiera que ejerza derechos democráticamente reconocidos en nuestra Constitución (libertad de expresión, de manifestación, de asociación, de reunión, de huelga) con peligrosos radicales antisistema.

No hay más que retrotraerse al día de ayer, en el que el Financial Times, biblia neoliberal, hablaba de la necesidad de escuchar las demandas de una mejor redistribución de la riqueza en el mundo, justificando las manifestaciones ciudadanas como un fenómeno comprensible ante la situación económica mundial, mientras que el expresidente español José María Aznar aludía al 15M como un movimiento de "izquierda radical antisistema".

No ha sido el único. Esperanza Aguirre se ha convertido, desde que le estalló entre las manos el conflicto con el personal educativo derivado de los recortes en profesores y recursos impuestos para el nuevo curso, en el mejor altavoz de ese discurso diabólico, que engancha con aquella cantinela franquista de que "de política aquí no se habla", "los políticos son todos iguales" y, por supuesto "que vienen los rojos". ¿En qué consiste este discurso que apela a los peores fantasmas del franquismo inoculados aún en demasiada gente en este país? Básicamente en dos argumentos: el primero, erigirse en supuesto adalid de determinados derechos para desacreditar a los que defienden otros. Así, a lo primero que apeló Aguirre para atacar las sucesivas huelgas de profesores que se han ido produciendo en la Comunidad de Madrid fue a esos pobres alumnos que, debido al comportamiento irresponsable de una panda de vagos, no podían ir a clase y, por tanto, veían vulnerado su derecho a la educación. ¿No es perverso? Claro, pero de eso se trata, de que ese discurso cale (y de hecho, cala) en amplias capas de la población. Ante esto, la respuesta es sencilla: el derecho a la huelga y el derecho a una educación pública de calidad no se contraponen, se complementan y uno puede ser el instrumento perfecto para lograr el otro. Así, sin duda, lo entienden un gran número de profesores, pero también de padres y de alumnos.

No es la primera vez que la gran teórica del Derecho que es la condesa Aguirre nos somete a estas luchas fratricidas entre derechos constitucionales. Cuando en otros países los trabajadores llevan 200 años convocando huelgas (gracias a las cuales disfrutamos hoy en día de los limitados derechos laborales que aún tenemos), aquí, donde sólo llevamos 30 años con ese derecho, hay que asistir en cada nueva convocatoria (que tampoco han sido tantas) al tedioso e insultante discurso que nos hace ver a esos pobres trabajadores que no pueden ejercer su sagrado derecho al trabajo porque una caterva de energúmenos con palos y bombas incendiarias se lo impiden. Doña Esperanza, con el amor que profesa a todo lo que huela a sindicalismo, es una experta en este tipo de debates, donde si perteneces a un sindicato o participas en huelgas deberías sentirte como el terrorista más buscado de Al Qaeda. Sólo en Francia en 2010 hubo nueve huelgas generales. ¿Alguien se imagina esto en España?

El segundo argumento se basa en exacerbar la reacción frente a cualquier tipo de manifestación ciudadana que exija el cumplimiento de algún derecho, haciendo crecer en el que lo ejerce un sentimiento de culpa que le haga alejarse de la calle y refugiarse en su casa. Ejemplos: de nuevo acudimos a Aguirre, toda una maestra en este tipo de manipulaciones, que no tuvo reparos en calificar al hierático, inoperante y desesperantemente manso Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, como "instigador de huelgas". O cuando calificó al 15M de grupo de "camorristas y pendencieros" que buscan crear "una nueva Bastilla". ¿Alguien se acuerda de aquello de la "gente de orden"? Pues eso. Miedo. Y cala, vaya si cala, sobre todo en generaciones mayores de 50 años.

Este tipo de debates ponen el listón de la izquierda tan a la derecha que dentro de poco reclamar cualquier derecho de los establecidos en nuestra Constitución será subversivo. No hace falta acudir a nada más para comprobar las grandes carencias de nuestra transición: esta manera de pensar es la dominante en las élites gobernantes, porque los partidos de "izquierda" también se pliegan a estos postulados y nunca traspasarán determinadas líneas. Es un discurso tan poderoso y que crea tantos complejos a la "izquierda" española, que partidos como el PSOE nunca se atreverán a atacarlo de verdad. Y además soportarán como unos campeones las acusaciones de marxistas, subversivos, rojos peligrosos, perrofláuticos y demás lindezas que les arrojen desde las cavernas intereconómicas. Sólo en España nos hemos pasado meses discutiendo sobre la reforma de la ley del aborto para equipararla a otras como la que Francia tiene hace 50 años (y muchos del PP se plantean en serio derogarla cuando lleguen al gobierno).

Pero, amigos, no quiero que este articulillo quede sólo como la típica diatriba contra la derecha casposa y estragante del PP, que lo es. Porque, derivados de todo este movimiento de alfombras del 15M, que ha hecho que el polvo y la mierda salgan bien a la superficie, están produciéndose otros fenómenos curiosos. Así, en el que desde la progresía madrileña se conocía como el "oasis catalán" por el supuesto nivel de civismo, calidad política y progresismo discreto, de esas alfombras no sólo está saliendo polvo, sino verdaderos murciélagos tuertos. Desde que CiU (otro partido histórico, padre de la transición y, por ende, muy apegadito al poder y sus podredumbres) llegó al govern, está llevando a cabo una política demoledora de recortes brutales en sanidad, educación y demás servicios públicos esenciales, mientras alimenta una de las policías más represivas de Europa. Y, cómo no, también tiene a su Esperanza Aguirre particular para dar voz: el señor Josep Antoni Duran i Lleida, que no es conde, según creo, pero no le va a la zaga a la señora condesa en señoritismo y clasismo. En sólo un mes este señor ha afirmado sin rubor que en Cataluña hay demasiados inmigrantes, que los jornaleros andaluces están todo el día de fiesta en el bar, que vive en el hotel Palace de Madrid porque le sale más barato que un piso y, hoy mismo, que no dice todo lo que piensa porque perdería las elecciones.

Bien visto, los discursos de Aguirre o Durán son lógicos y coherentes, pero para las élites, no para una gran mayoría social. Como se vio el 15O en muchas pancartas de la concentración de Nueva York, nosotros somos el 99%. Para ese restante 1% hablan estos señores. Perfecto, que les voten ellos y que pasen a tener la representatividad que se merecen: entre 0 y 1 escaño en el Congreso de los Diputados.

Frente a esta situación sólo cabe seguirnos rebelando y esperar que nuestra sociedad vaya poco a poco madurando hacia una conciencia plena de ciudadanía, que no sólo consiste en quejarse de los políticos en el bar, sino en ejercer nuestros derechos día a día, y en hacer pedagogía de ellos. Muchos ya lo estamos haciendo, pero hacen falta muchos más.

lunes, 29 de agosto de 2011

Quiero vivir en un país criticado por Moody's

Acabo de leer que la agencia Moody's ve "positiva" la reforma constitucional emprendida en España. La noticia que, sin duda, habrá hecho respirar de alivio a nuestros pusilánimes representantes políticos, a mi me ha agravado la desazón que vengo sintiendo estos días. Que países enteros persigan desesperadamente la aprobación de empresillas privadas no dice nada bueno de este mundo en el que vivimos.

Ninguna medida tomada hasta ahora en España y en el mundo destinada a "aplacar" a los mercados ha surtido efecto, porque parece que los Estados democráticos no se dan cuenta de que capitalismo en estado puro y democracia son incompatibles. Curiosamente, uno de los países donde actualmente el capitalismo se desarrolla con menores trabas es China. Una dictadura "comunista" de partido único permite que, bajo su paraguas, las empresas entren en el país e inviertan con los menores límites posibles, tanto desde el punto de vista social como medioambiental. Resultado: en pocos años, China se ha convertido en la segunda potencia económica mundial y, según numerosos informes, será la primera en unos pocos más. Su crecimiento genera elogios en las escuelas de negocios, agencias de calificación, instituciones financieras... Se habla del nuevo poderío chino, de un cambio en las reglas del juego mundial. Pero, ¿por qué no se habla de lo que en realidad es China? El primer país en pena de muerte de mundo, donde las desigualdades sociales siguen siendo abismales entre el campo y la ciudad y los daños medioambientales producidos por el desmesurado crecimiento industrial y urbano sólo ahora comienzan a calibrarse. Sin contar con la casi nula protección social de sus ciudadanos.

Resumiendo, un paraíso para los mercados. ¿Han oído críticas de alguna agencia de calificación hacia China? ¿Y de algún mandatario "occidental"? Incluso se ha creado una agencia de caliicación propia en el país, Dagong Global Credit Rating, que se permite criticar el comportamiento económico de EEUU.

Desde las democracias occidentales, nunca podremos competir económicamente con China. Es China, y con ella todas las "economías emergentes" (eufemismo que engloba países que crean sociedades de clientes en lugar de ciudadanos, que llegan a tener antes el último modelo de móvil que agua caliente en casa) las que deben converger con los estándares de protección social europeos. Esto, lógicamente, es lo opuesto a lo defendido por los mercados y el neoliberalismo mundial, y en ello están: en tensar la cuerda lo más posible para que la ciudadanía vaya renunciando cada vez a más derechos en aras de una competitividad y un crecimiento que nunca llegarán, porque ni se debe competir eternamente ni el crecimiento eterno es posible.

Este sistema en el que nos hemos visto sumergidos busca sociedades elitistas, donde unos pocos privilegiados podrán pagarse sus servicios sociales básicos como la sanidad o la educación mientras el resto se las arreglará como pueda. No es un modelo nuevo, ya existe en los países inadecuadamente llamados "en vías de desarrollo" que, precisamente, se encuentran en esa tesitura por la resistencia de sus élites a abandonar sus privilegios.

Este proceso de cierta emancipación (con todos los límites que queramos, especialmente en España) de una clase media frente a los privilegios de una minoría, ya se produjo en Europa hace bastante tiempo y, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los derechos sociales nacieron y se convirtieron en uno de los mayores avances de la humanidad. Lo insólito de todo lo que estamos viviendo estos últimos meses es que parece que estos derechos sociales son renunciables en beneficio del crecimiento económico. ¿De verdad estamos dispuestos a retroceder en lo ganado?

Me sorprende la resignación de muchos ciudadanos que asisten como meros espectadores a los acontecimientos que se suceden en el mundo. Ninguna receta de las propuestas por el sistema capitalista para la crisis que estamos viviendo es nueva, y ninguna ha demostrado ser eficaz en la mejora del nivel de vida de la ciudadanía. El mercado persigue el beneficio económico y nada más. Por eso es tan importante el papel de los Estados, que siempre deben regular el mercado, no intentar calmarlo, como vemos últimamente.

Yo tengo muy claro que no quiero que mi país se dirija cada vez más hacia una sociedad elitista donde se salvaguarden tan sólo los intereses de ciertos grupos de poder. Es totalmente absurdo retroceder hacia eso, va en contra del deseo de progreso continuo que siempre ha guiado a la humanidad. Por eso quiero vivir en un país criticado sin piedad por Moody's.

sábado, 27 de agosto de 2011

Golpe de Estado inaceptable

Entre estupefacto y profundamente triste estoy asistiendo al cúmulo de acontecimientos que se suceden en este final de legislatura. A las pocas horas de colgar mi anterior entrada sobre los abusos y compadreos en el poder de PSOE y PP, el presidente del Gobierno anunciaba su voluntad de proponer, con el acuerdo del PP, una reforma constitucional para modificar el art. 135 de la Carta Magna, que quedaría redactado como sigue:

“1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.

2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.

Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.

3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito.

Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.

El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación al producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.

4. Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.

5. Una Ley Orgánica desarrollará los principios a que se refiere este artículo, así como la participación, en los procedimientos respectivos, de los órganos de coordinación institucional entre las Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera. En todo caso, regulará:

a) La distribución de los límites de déficit y de deuda entre las distintas Administraciones Públicas, los supuestos excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de corrección de las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse.

b) La metodología y el procedimiento para el cálculo del déficit estructural.

c) La responsabilidad de cada Administración Pública en caso de incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.

6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos y dentro de los límites a que se refiere este artículo, adoptarán las disposiciones que procedan para la aplicación efectiva del principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias."

Ayer viernes, tras una "ardua" negociación de dos días del PPSOE, la iniciativa fue presentada en el registro del Congreso de los Diputados. Fruto de ella, y tras dos semanas de debate en ambas Cámaras, se introducirá en la Constitución una cláusula netamente neoliberal, derivada de una ideología concreta: la que se obsesiona con el gasto público, y abandona siempre el lado de los ingresos, y la que se olvida de que esta crisis no la originaron los Estados sino los bancos. A estos bancos se les prestó dinero (en el mejor de los casos, también se les regaló mucho) a intereses de entre el 0% y el 1%, pero ahora a los Estados como España esos mismos "inversores" les exigen el 6% para prestarles dinero. Lo digo y lo vuelvo a repetir: en España hay grandes fortunas que pueden y deben contribuir a salir de esta crisis (y podían tomar el ejemplo de los grandes empresarios franceses que esta misma semana solicitaron a su gobierno pagar más impuestos para ayudar al país). Y entre ellos también hay delincuentes que mandan su dinero a Suiza para no pagar impuestos en su amada España, mientras se atreven a darnos lecciones de austeridad económica.

Poniendo el énfasis en las restricciones en el déficit y en el pago prioritario de la deuda (ver apartado 3) se resta soberanía al Estado a la hora de decidir qué partidas presupuestarias son prioritarias y se entra en un círculo vicioso de eterno pago de deuda que lastrará al país y a las generaciones futuras por muchos años. El estímulo público a través de la inversión en infraestructuras y otros servicios genera empleo y crecimiento. Con este artículo, se olvida toda política de estímulo para caer en una de austeridad derivada de la absurda imposición de Alemania, cuya canciller Angela Merkel, hace mucho que se convirtió en un cáncer para la Unión Europea. Señora Merkel, para tener una UE como la que Ud. nos propone, deshagamos la UE. La UE se fundó sobre la idea de ser una comunidad solidaria entre sus miembros para favorecer un crecimiento mutuo y armónico. Si cada país va a defender sus intereses (y más concretamente, los de sus bancos), ¿para qué queremos UE?.

Esta misma mañana acabo de enterarme de que Zapatero se reunió con Aznar en Moncloa en el mes de julio "para limar asperezas". Me he quedado petrificado. Petrificado de ver cómo los dos presidentes de Gobierno más mediocres que posiblemente haya dado este país se reúnen para venderlo al mejor postor. Petrificado por la ligereza del vergonzante "socialista" Zapatero y sus ministros a la hora de explicar lo inexplicable: una reforma constitucional anunciada en agosto, negociada en dos días y (presumiblemente) aprobada en un par de semanas.

La Constitución española es fruto de su tiempo, se aprobó en una época convulsa y las presiones que, imagino, debieron existir desde todo tipo de frentes, explican su inconcreción y su falta de valentía en muchos ámbitos. Yo siempre he defendido la necesidad de reformarla en muchos aspectos, empezando por la misma forma política del Estado, pues soy un firme defensor de la idea de una República federal para este país. Sin embargo, no puedo aceptar que, tras más de 30 años oyendo aquello de "no es el momento", "no hay suficiente consenso", "hoy no están alineados Venus y Júpiter", ahora se nos pretenda hacer creer que en dos días se puede aprobar una reforma constitucional crucial para nuestro futuro a espaldas de los ciudadanos.

Somos una democracia joven, pero estos días, en las muchas ocasiones que he tenido de juntarme y hablar con compañer@s ciudadan@s en las plazas de Madrid y Barcelona, he visto que no somos una democracia inmadura. No podemos permitirnos aceptar imposiciones como estas que además nos subestiman como ciudadanos, tratándonos como pobres incapaces que no entienden de economía, al estilo del mejor Luis XIV. Ni estamos en el siglo XVIII ni somos incapaces. Somos ciudadanos en el pleno ejercicio de nuestros derechos políticos y la Constitución, con sus fallos, su olor a ropero viejo y sus bisagras oxidadas, es nuestra, como nuestros son el Congreso de los Diputados, el Senado y el Palacio de la Moncloa.

Sólo el pueblo que ejerce dignamente sus derechos y pelea por ellos es un pueblo respetado. Nadie, y digo bien, nadie, va a otorgarnos derechos por concesión graciosa y, desgraciadamente, hay mucha gente dispuesta a arrebatárnoslos. Ante esto, sólo nos queda nuestra dignidad como ciudadanos y la calle, porque el pueblo no opina, el pueblo decide.

¡Ahora más que nunca, salgamos a la calle el domingo y proclamemos nuestra indignación frente a este espectáculo bochornoso! ¡Solicitemos un referéndum, porque es nuestro derecho ser consultados! No sólo por nosotros. El futuro de las próximas generaciones está en juego.

martes, 23 de agosto de 2011

No he podido evitar durante estos últimos meses una sensación muy desagradable sobre los últimos acontecimientos producidos en España y en el mundo: el PSOE y el PP están de acuerdo en muchas cosas, en demasiadas cosas, y la sensación de compadreo entre ambos para gobernar el país a sus anchas es cada vez más insoportable. Al fin y al cabo, en España sabemos mucho de bipartidismos y turnismos perpetuos en el poder (nuestro siglo XIX fue un ejemplo de ello, y así nos fue...). Ejemplos, varios:


1. No se ha dado mucha publicidad al hecho de que en enero de este año se publicó en el BOE la reforma de la LOREG, según la cual los partidos sin representación parlamentaria sólo podrán presentarse a las elecciones si recogen las firmas equivalentes al 0.1% del censo de cada una de las circunscripciones en las que se presenten, en un plazo de 20 días y sin que ningún ciudadano pueda firmar por más de un partido. Resulta curioso que cuando el nuevo candidato del PSOE habla de nuevas formas de hacer política y acercarse a los ciudadanos, las medidas legislativas apoyadas por su grupo parlamentario vayan justo en el sentido contrario: el de dificultar lo más posible el acceso de esas nuevas formas de ver la política a los órganos del poder legislativo. La propuesta fue apoyada por el PSOE, el PP, CIU y PNV.

2. De las vergonzantes escenas de sumisión del poder civil a la confesión religiosa católica a las que desgraciadamente hemos asistido estos días, llaman especialmente la atención las declaraciones de prohombres del socialismo, como José Blanco, valorando la visita papal en términos económicos y criticando a quienes cuestionan el gasto público de una visita pastoral de un líder religioso en un Estado aconfesional. A él se unió el más católico-apostólico de los socialistas: el señor Francisco Vázquez, que criticó abiertamente la marcha laica convocada para protestar contra la visita papal, por considerarla "una vergüenza para España". Podríamos pensar que son voces aisladas dentro de ese socialismo al que Intereconomía y compañía se empeñan en seguir tildando de marxista, revolucionario y disgregador (háganselo mirar), pero cuando vemos al señor Zapatero acudiendo a la nunciatura a agasajar al pontífice (ni siquiera le recibió en Moncloa, no, que no se moleste su santidad), y a varios de sus ministros en visitas varias de un empalague que provoca arcadas, enseguida se nos quita esa sensación. El PSOE ha estado muy a gusto durante la visita del Papa y así lo ha hecho ver. Dos datos más: primero, la policía nacional, dependiente del Ministerio del Interior y, por tanto, del gobierno socialista-marxista-leninista, ha protagonizado durante toda las JMJ agresiones inadmisibles contra manifestantes pacíficos y periodistas que recuerdan a otros tiempos; segundo, la cobertura del evento por parte de TVE ha rozado (y en muchas ocasiones, alcanzado) lo vergonzante, ocupando algunos días más de medio telediario en informar de noticias tales como "los peregrinos no pudieron comulgar debido a la tormenta", "lipotimias entre los peregrinos" o "las canciones de los peregrinos", informaciones todas de alto valor informativo en una televisión pública.

3. Una de las reivindicaciones del 15M con las que más se está identificando la ciudadanía es la de lograr la dación en pago para los casos de imposibilidad del pago de créditos hipotecarios y, de esta forma, evitar que al hecho de tener que devolver la vivienda hipotecada se una el de tener que seguir pagando al banco por la diferencia entre su tasación inicial y aquella que fue determinada en pública subasta. No es una regulación extraña en el mundo, se aplica en el Reino Unido y EEUU. ¿Adivinan quién tumbó no una, sino dos iniciativas en el Congreso para aprobar esta medida? Pues sí señores, PSOE y PP.

4. Además de haber realizado los mayores recortes sociales producidos en democracia, y que ya conocemos, el PSOE ha sido el artífice de otras medidas que, no por menos conocidas, dejan de ser significativas: supresión del Impuesto sobre el Patrimonio (hoy leo que puede que lo restablezcan antes de las elecciones, en un nuevo gesto de desvergüenza electoralista), aumento del 0,5% al 0,7% de la cantidad que se destina a la Iglesia por aquellos que ponen la "equis" en su casilla del IRPF (recordemos que los creyentes no pagan una cantidad adicional por poner esa equis, sino que es dinero público que deja de gastarse en otras cosas para destinarlo a la Iglesia), ampliación a 60 días del tiempo máximo de permanencia de extranjeros en situación irregular en centros de internamiento de opaco funcionamiento y dudosa legalidad (no tener permiso de residencia es una infracción administrativa, no un delito y, por tanto, nunca debería conllevar una privación de libertad).

Por todo ello, y desde una perspectiva de izquierdas, debemos de empezar a preguntarnos a quién representan estos señores, qué intereses defienden. Al PP ya se le conoce, son los mismos de siempre (tienen hasta los mismos apellidos), pero lo del PSOE es vergonzante. Desgraciadamente, estamos ante un rodillo PPSOE que está de acuerdo en una serie de líneas rojas que nunca traspasarán y que, curiosamente, afectan a los sectores más poderosos de la sociedad. En una de mis primeras entradas critiqué los fallos de nuestra Transición, que fueron muchos. Lo preocupante empieza cuando ves que dos grandes estructuras de poder se han convertido en garantes de esos fallos e intentan hacerlos perpetuos.

Por eso, desde estas líneas animo a votar el 20-N a cualquier partido minoritario que permita que nuevos aires entren en el Congreso. Ahora hay demasiado olor a naftalina y demasiada caspa en el suelo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Promesas incumplidas

Muchos análisis se están haciendo ya de los disturbios que se expanden por Inglaterra desde el pasado sábado. No parece casual que, en un año donde manifestaciones ciudadanas de distinta índole se van repitiendo por distintos países, el Reino Unido asista a incidentes con un claro componente violento, incluyendo saqueos e incendios de todo tipo de edificios, si bien parece que claramente dirigidos a grandes almacenes y tiendas de diversos productos de consumo.

Estoy de acuerdo con muchos analistas cuando dicen que estas manifestaciones tienen poco de políticas, sobre todo cuando no vemos edificios públicos atacados, sino puros saqueos de material deportivo o electrónico. Sin embargo, no conviene dejar el asunto en un mero problema policial o de seguridad pública, porque obviamente unos incidentes así no surgen de la nada, o de una panda de "rufianes" que de repente se ponen de acuerdo en incendiar el país.

El Reino Unido es uno de los grandes baluartes del capitalismo mundial. La city londinense (que, no lo olvidemos, es un gran paraíso fiscal dentro de la misma ciudad) alberga a las grandes compañías mundiales y el país sigue siendo una referencia mundial en el desarrollo de un sistema basado en el individualismo, la ganancia personal y el progreso económico. Pero el país también es un ejemplo de la aplicación, sobre todo desde los años 80 con Margaret Thatcher, de sucesivas oleadas de políticas neoliberales que han ido desmantelando poco a poco su sistema de protección social y que, por ende, han ido dando lugar a un país cada vez más desigual en su reparto de la riqueza. Parece, pues, un buen ejemplo de laboratorio para analizar el desarrollo de un capitalismo bastante "puro".

El sistema capitalista es básicamente embaucador. Promete cosas. A través de los medios de comunicación vemos diariamente a personas que, sin ser demasiado listas ni tener unos principios éticos especialmente desarrollados, acceden a status bastante privilegiados, status que siempre se basan en la posesión material y en el acceso a un determinado nivel de vida donde no importa tanto qué haces sino dónde estás y cómo te ven los demas. Es la cultura del éxito, de los triunfadores, la "cultura facebook", donde millones de egos pugnan por ser quien más sonríe en las fotos, quien más amigos tiene y quien hace los viajes más alucinantes. No existen los problemas en este mundo virtual que se nos vende como una tierra prometida a la que cualquiera puede acceder, desde la típica chica de barrio sin estudios hasta el chaval que jugaba al fútbol en el callejón y que llegó a ser un nuevo Tony Manero con su Ferrari y su gorra rosa.

Todo este mundo paralelo que el sistema ha ido creando genera el pensamiento de que, aunque tengamos trabajos de mierda, aunque nos sintamos como hamsters dentro de una rueda eterna, al menos esto nos da dinero para tener esas ansiadas vacaciones, cuyas fotos luego colgaremos en el facebook, o para comprarnos el último ipod, ipad o iloquesea para enseñárselo a nuestros compañeros de ese trabajo de mierda que tenemos y fardar de él. El problema surge cuando esos trabajos de baja calidad ya no dan ni siquiera para colgar fotos en facebook o para comprarnos gadgets. A nadie le gusta que las promesas que te han hecho no se cumplan.

Alguien podría decir que esto no justifica determinados comportamientos, que todos deberíamos tener una tolerancia a la frustración y que no todo en este mundo son las riquezas o posesiones materiales, y los tres argumentos son ciertos. El problema es que, cuando se ha instituido un sistema que deja de lado la cultura y la educación como los mejores medios de progreso e inclusión social, cuando poco a poco va calando ese "todo vale" que ya se inculca incluso desde los propios dirigentes políticos, cuando a la hora de afrontar una crisis económica siempre se recorta por el lado de las políticas de integración y de redistribución, no podemos echar la culpa de todo lo que está pasando tan sólo a los que queman coches. ¿Cuántas biblioteas se han cerrado en los barrios ingleses donde se están produciendo los disturbios? ¿Qué alternativas de futuro ofrece el sistema a sus jóvenes? Empezamos a ver que quizá ya tienen menos que perder saliendo a la calle a incendiar la ciudad que quedándose en casa refunfuñando porque no pudieron comprarse unas nuevas zapatillas. Esto también es capitalismo.

Cada vez más tengo la sensación de que el capitalismo se derrumbará solo, fruto de sus cada vez menos disimulables contradicciones y de la cada vez mayor legión de excluidos que produce. Estoy convencido de que los jóvenes que han provocado los disturbios no habrán tenido (en su mayoría) motivaciones de reivindicación política. Están aún muy dentro del sistema si lo que obtienen de su revuelta son televisiones de plasma o zapatillas deportivas. Sin embargo, plantean al sistema una pregunta importante: ¿qué hacemos si lo que nos prometiste era mentira?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Vergüenza



He elegido este vídeo para poner un ejemplo de las "fiestas" que, a día de hoy, aún se siguen celebrando en este país nuestro y que, a cualquiera con dos dedos de frente, sólo pueden producir vergüenza de compartir nacionalidad con los perpetradores de estos crímenes.

Ahora que vivimos estos tiempos tan cargados de futuro, de nuevas propuestas en las maneras de organizarnos, de vivir, de compartir este planeta, ver videos como este sólo puede llevarnos a denunciar estos espectáculos dantescos una y otra vez. Porque, aunque parezca una obviedad (últimamente parece que no paro de decir obviedades, pero las digo muy a gusto), tenemos que volver a relacionarnos con nuestro planeta, con la naturaleza de la que formamos parte y a la que no podemos atacar de forma tan gratuita, sádica y sangrienta. Mientras la relación de determinados seres humanos (hago esfuerzos para calificarlos así) con nuestros compañeros animales sea de esta prepotencia e ignorancia, no viviremos un mundo mejor.

¿Cómo reaccionaría la mayoría de ciudadanos si me vieran en la calle vestido con un traje hortera, dando pases con un trapo y finalmente acuchillando a un perro que pasaba por allí, animando además a la gente a que viniera a ver el espectáculo? Posiblemente me denunciarían en comisaría. ¿Por qué se siguen permitiendo este tipo de comportamientos con los toros? Y, por favor, no me argumenten que es una tradición milenaria porque, señoras y señores, el hecho de que algo sea tradicional no significa que sea bueno per se. También eran una tradición muy arraigada en el Imperio Romano los espectáculos en los que las fieras devoraban a los gladiadores, o los autos de fe en las plazas públicas en nuestro (no tan) pasado medieval.

Acabemos con estas prácticas bárbaras y persigamos a los culpables. Hagámosles sentir vergüenza de su horrible comportamiento.


POR LA ABOLICIÓN DE TODOS LOS ESPECTÁCULOS TAURINOS EN ESPAÑA

martes, 2 de agosto de 2011

Hacia un movimiento global

Estamos viendo estos últimos días cómo la crisis que nos afecta ya no es tanto una crisis económica, sino una pugna entre dos modelos de entender la organización política y económica del mundo. Uno sería el clásico modelo social-demócrata keynesiano, que trata de corregir los desequilibrios que provoca la economía intentando una redistribución de la riqueza, y otro es el neoliberal, que sueña con un mercado libre sin restricciones donde prime el darwinismo social y sólo los más fuertes sobrevivan. Lo novedoso de esta pugna (que en realidad existe desde hace décadas) es que es la primera vez que se desarrolla en un mundo conectado e hiperinformado, lo cual lleva a que se generen fácilmente corrientes de solidaridad entre ciudadanos de los rincones más alejados del mundo.

Lo hemos visto primero con las revueltas árabes. Frente a la torpeza e inoperancia de los dirigentes occidentales a la hora de analizar estos movimientos, la ciudadanía europea enseguida vio en ellos un motivo para la esperanza, una nueva ilusión en un mundo que cada vez estaba más desilusionado. Pocas cosas pueden emocionar más que ver un pueblo que hace realidad sus deseos de manera pacífica frente a un tirano. El efecto dominó fue pronto una realidad en todo el Magreb y el Mashreq, pasando de Túnez a Egipto para después instalarse en la península arábiga con los ejemplos de Bahrein o Yemen, y también en la fachada oriental del Mediterráneo, donde actualmente el régimen sirio masacra a sus ciudadanos por hacer lo mismo que ya hicieron los egipcios y los tunecinos.

Pero no se detuvo ahí la ola, y unos tres meses más tarde de la revuelta egipcia, asistimos en España al nacimiento del movimiento 15-M, que se ha ido mostrando cada vez más influyente en la política española y en el único foco de esperanza para muchas personas que realmente creen (creemos) que un mundo más vivible es posible. Este movimiento, a su vez, ha servido para apoyar los surgidos en Grecia a raíz de su rescate económico, y hace pocos días veíamos como varios miles de ciudadanos se manifestaban en Israel contra las condiciones sociales del país.

Esto no es nada extraño. Parece bastante claro, aunque los medios de comunicación, los grandes partidos políticos y los intereses económicos se empeñan en cegarnos con otros cebos, que los grandes problemas que afectan hoy al ciudadano medio de cualquier país no provienen mayoritariamente de conflictos entre naciones, ni de luchas por territorios, sino de las diferencias entre ricos y pobres. A lo largo de la historia, los privilegiados siempre han luchado por mantener el status quo defendiendo sus privilegios, y también a lo largo de la historia, cuando la humanidad ha avanzado ha sido a costa de arrebatar a esos grupos sus privilegios. En la crisis actual no es que estén luchando por mantener sus privilegios, es que los están aumentando descaradamente delante de la mayoría de los ciudadanos a los que se les imponen continuos recortes y sacrificios en su nivel de vida. Ayer mismo leía que, en el caso de España, mientras los sueldos de los directivos de las empresas del Ibex 35 habían subido de media un 17%, los de los trabajadores de esas mismas empresas lo habían hecho un escaso 1%. Esto, en una situación de presunta crisis económica, es inadmisible. Y su aparición en los medios de comunicación junto a otras noticias de EREs, desahucios y redadas racistas, lo hace absolutamente obsceno.

Como digo, no es una situación exclusivamente española. El triste episodio de las negociaciones para subir el techo de deuda en Estados Unidos al que estamos asistiendo en los últimos días es un ejemplo más. El sector más duro del partido republicano, el Tea Party, impone su radical y premoderna noción del no-Estado para obligar a toda la Cámara de Representantes y a todo el Senado a aprobar un plan de recorte en el gasto público que afectará principalmente a las clases medias y bajas de la sociedad, y de paso obliga al presidente Obama a olvidarse de aquello de subir los impuestos a los más ricos, faltaría más.

Este sistema diabólico en el que todos estamos metidos ha creado monstruos tan poderosos que muy pocos son capaces de plantarles cara. Porque si Obama insinúa que va a subir los impuestos a los ricos, enseguida recibe llamadas que le dicen que no les importará hundir el país si sigue con esa idea. Lo mismo cabe decir de Zapatero, ese triste adalid de la causa social que de repente vio que no había más salida que congelar pensiones, bajar el sueldo a los funcionarios y eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio. El capitalismo ha establecido su propia gobernanza global, que está muy lejos de los gobiernos democráticos y muy cerca de los consejos de administración de las grandes multinacionales. Es muy fácil, por ejemplo, descargar toda la responsabilidad de que en España haya casi 5 millones de parados en el gobierno de turno, pero ¿quiénes son los que realmente crean empleo? ¿Quién tiene la decisión final de contratar? Las grandes empresas tienen el poder de hundir la economía de un país sólo para cambiar un gobierno y lo mismo cabe decir de esos oscuros grupos de poder como el Tea Party, que mantienen en vilo a todo un país para favorecer los intereses de una minoría rica y privilegiada. Esta es la absurda situación en la que este sistema favorecedor de la avaricia y la ganancia económica sin límites nos ha metido.

Motivos para la esperanza: muchos. El fundamental es que poco a poco todos nos vamos dando cuenta de esta farsa. Y nos vamos dando cuenta en todo el mundo. Los amos del cortijo son poderosos, es cierto, y tienen armas convincentes para muchos: el miedo, la resignación, la desesperanza. Pero estas armas no tienen nada que hacer frente a otras como la ilusión, el valor y la esperanza en un mundo mejor. Sonará ingenuo, pero los seres humanos somos capaces de organizarnos mucho mejor de lo que lo estamos ahora. Nada es intocable y cuando se demuestra que algo no funciona, hay que cambiarlo. Los poderosos seguirán tensando la cuerda, porque su ceguera avariciosa no tiene límites. Nada tienen que hacer si toda la ciudadanía mundial hace oir su voz. Desde Estados Unidos a China. Porque la frivolidad de unos pocos no puede regir los destinos de toda la humanidad.

lunes, 25 de julio de 2011

Apareció el terrorismo cristiano

Sé que corro el riesgo de la falta de objetividad escribiendo este artículo cuando aún está tan reciente una tragedia de la magnitud de la que ha asolado Noruega hace sólo tres días, pero la entrada no es fruto de la indignación o del "calentón" del momento. Es simplemente una constatación. Porque parece que el mundo estaba demasiado preocupado del terrorismo islamista cuando ha aparecido ante nuestras narices otro que no le va a la zaga en poder destructor y fanatismo miserable: un terrorismo cristiano de ultraderecha. Ya son conocidas mis opiniones sobre las tres religiones monoteístas "del Libro", es decir, cristianismo, judaísmo e islam, que considero fruto de innumerables crímenes, guerras y violaciones de los derechos humanos desde que las tres vieron la luz en este mundo.


A día de hoy, sigue siendo habitual en diferentes rincones del mundo la muerte de inocentes a manos de iluminados que creen que su guerra santa dará con sus huesos inmortales en un lecho de huríes vírgenes, o de nuevos cruzados defensores de la Europa cristiana frente al diabólico sarraceno, o de ejércitos sanguinarios que defienden un territorio que les regaló el autor de un libro escrito hace más de dos mil años. Los crímenes de Noruega son un peldaño más de esta escalada infame.

Muchas veces he tenido ocasión de discutir este tema con algunos amigos que me reprochan mi radicalismo en la crítica a estas tres religiones, y se suele argumentar en su descargo que sus doctrinas no son perversas per se, sino que lo es la interpretación que les dan determinadas personas, o las posturas que mantienen sus jerarquías oficiales o las imágenes prejuiciosas que tenemos de ellas. Por supuesto, si lees determinados pasajes de la Biblia como El cantar de los cantares o el Eclesiastés (recuerden, todo es vanidad), los poemas amorosos de Ibn Arabi o las viejas canciones de amor que los sefardíes cantaban a sus amadas en la España del siglo XV, ves cómo todo sentimiento religioso florece de una determinada sensibilidad ante el mundo y también de un profundo sentimiento amoroso, aunque sea hacia un ser superior.

Pero, como digo, esto sucede en todo sentimiento religioso, no sólo en el derivado de estas tres religiones. También el budismo proclama un desasimiento de los bienes materiales y la búsqueda del camino del desapego como única forma de huir del sufrimiento de este mundo. También nos habla de un karma que se va recargando con nuestras acciones en este mundo y que puede llevarnos un día a iluminarnos y salir del samsara, de la eterna rueda de reencarnaciones en la que estamos sumidos. Lo dije en una entrada anterior y lo reitero: nunca murió nadie en una guerra en nombre del budismo. Por eso, le otorgo a esta creencia una categoría superior que la que ostentan las tres anteriores.

Más allá de las doctrinas específicas de cada una de ellas, un hecho objetivo e incontrovertible es que en su nombre se han producido miles, millones de muertes a lo largo de la historia. Palabras como yihad, cruzada o tierra prometida proceden de ellas y, aunque se nos pretenda vender que sus significados se tergiversan por determinados grupos integristas, el Corán habla de la necesidad que tiene todo creyente de propagar su religión entre los que no lo son, los cruzados efectivamente existieron y se dedicaron a masacrar ciudades enteras en nombre de un texto sagrado y las tierras prometidas aún existen, como vemos a día de hoy en el lamentable comportamiento del Estado de Israel frente al pueblo palestino desde su creación.

¿No deberíamos empezara pensar que algo negativo debe existir en estas tres doctrinas para haber provocado tanto sufrimiento?

¿Sólo a mí me parece que el Dios del Antiguo Testamento es un dios abiertamente genocida, que anima a Moisés a hacer desaparecer a aquellas personas que ya vivían en la tierra prometida cuando aquel llegó?

¿Sólo a mi me parece que la actual Iglesia católica es una institución profundamente misógina y antidemocrática?

¿Quién dio derecho al Estado de Israel a pasar de ser víctimas a verdugos?

¿A nadie le chirría que, deslumbrados por un falso relativismo cultural, toleremos que a las mujeres musulmanas se les impongan vestimentas y formas de ver la vida profundamente machistas?

¿En nombre de qué dioses se pronuncian estas religiones?

Creo que en estos tiempos de cambio que estamos viviendo en algún momento tendremos que detenernos sobre este tema, porque cuando un pensamiento ya no sirve lo mejor es dejarlo de lado y alumbrar uno nuevo. Estamos hablando de dogmas que fueron escritos hace, como poco, dos mil años, y que hoy en día no se sostienen por ninguna parte. Que en el año 2011 aún alguien en este planeta crea que es posible ir al paraíso volándose junto a miles de personas con un chaleco lleno de bombas, o que una cruzada en Europa es aún necesaria, o que una determinada tierra le pertenece porque lo dice un libro, no son más que muestras de lo mucho que aún le queda a la especie humana por evolucionar. En ello estamos y ojalá avancemos en este camino. La humanidad no se merece que ideologías tan disgregadoras, insolidarias y antidemocráticas tengan aún hoy tanto predicamento.

lunes, 18 de julio de 2011

Día de recuerdos

Hoy, cuando se cumplen 75 años del golpe de Estado que provocó la guerra civil española y cuyos responsables nunca pisaron la cárcel, me he propuesto dedicar esta entrada a algunas personas:



- A aquellas que soñaron una España mejor.

- A las que se rebelaron contra el yugo de los grandes terratenientes.

- A Clara Campoamor y a tantas otras luchadoras por el voto femenino.

- A las que se propusieron acercarse a Europa en derechos y libertades.

- A las que lucharon por la libertad, sin dios, ni patria, ni amo que se la segara.

- A las que quisieron acabar con siglos de dominación y oscurantismo de la iglesia católica.

- A las que lucharon por un país de ciudadanos, no de súbditos.

- A los maestros que dedicaron sus mejores energías a educar en la libertad.

- A los que fueron fusilados en las tapias del cementerio del Este.

- A sus compañeras que fueron rapadas y vejadas.

- A los que pasaron 40 años de sus vidas encerrados por miedo.

- A los brigadistas internacionales que, a diferencia de sus países, no nos abandonaron.

- A quienes quisieron desmontar del caballo a los amos del cortijo.

- A todos los exiliados.

- A quienes fueron asesinados y arrojados en cunetas donde aún hoy esperan justicia, verdad y reparación.

- A los esclavos del valle de los caídos.

- A todos los que, en los años 30, desde España, dieron lecciones de modernidad al mundo.



A todos ellos, mi agradecimiento y mi recuerdo.

martes, 12 de julio de 2011

Basta de bromas

Asistimos estos días al lamentable espectáculo de ver cómo los "mercados", que podíamos mejor denominar especuladores carroñeros (no son otra cosa), se recrean en desmantelar la Unión Europea a base de forzar impagos en varios de sus Estados miembros subiendo la presión sobre su deuda soberana. No creo que nadie dude de que estos mecanismos, que tan sólo buscan la máxima ganancia aún a costa de hundir países enteros (y con ello, a sus ciudadanos), no tienen límite y no parararán de tensar la cuerda hasta que alguien dé un puñetazo en la mesa. La situación está deviniendo demasiado grave como para que la UE no adopte de una vez una posición común seria, que refuerce a la Unión y al euro y que frene de una vez esta espiral absurda. La integración política y fiscal de la UE debe reforzarse tras esta crisis, hay demasiadas cosas en juego y gobiernos pacatos como el alemán, el holandés o el finlandés, que no cesan de boicotear los acuerdos del Eurogrupo, deben poner por delante de sus intereses nacionales la defensa de la UE, porque unidos somos mejores y más fuertes.

Es intolerable que países soberanos se vean sometidos a los vaivenes que provocan cada semana tres agencias de calificación, léase Moddy's, Standard and Poor's y Fitch, que juegan a subir y bajar la nota de los países según tenga el ánimo el incompetente empleado de turno que aprieta la tecla correspondiente. Digo incompetente porque está demostrado que estas mismas agencias no supieron prever el hundimiento de Lehman Brothers, que tan lejano parece ahora y que fue uno de los gérmenes de todo lo que sucede hoy. ¿Quién califica a las agencias de calificación?

¿Alguien recuerda que hace 10 o 15 años se hablara de estas agencias? Hoy todos los telediarios abren día sí y día también con la nota que Moody's pone a la deuda española, y los países tiemblan ante una posible bajada en la calificación. Esto, si no fuera por las consecuencias directas sobre los ciudadanos que ya estamos sufriendo, no podría povocar más que risa. ¿Tres empresas privadas, además de capital estadounidense, controlando el comportamiento de toda la Unión Europea y favoreciendo con ello el auge de los especuladores que acuden a la sangría como buitres a la carroña? ¿Hasta cuándo se va a tolerar esto? Por favor, acabemos con esto de una vez y creemos mecanismos serios de calificación a nivel europeo y controlemos a estas agencias que están jugando con cosas demasiado serias.

Y también empecemos a pensar que no es tan grave no pagar la deuda, México o Argentina ya lo hicieron en los 90 e Islandia lo ha hecho hace escasos meses. Como ciudadanos europeos nos corresponde movilizarnos y exigir a nuestros países que no pasen por el aro de este juego que ya apesta. Y que no nos vendan que no queda otra: que nos pregunten en referéndum si queremos hacer frente a esa deuda, que nos pregunten de dónde queremos que se financie el Estado, que nos pregunten si queremos seguir aportando fondos públicos a entidades financieras.

¡Basta de tomaduras de pelo! ¡Quitémonos miedos de encima, el planeta seguirá girando aunque nuestros Estados no puedan hacer frente a sus deudas! ¡Los que no seguirán girando en esta rueda de avaricia y desvergüenza son los cuatro mangantes que la están provocando!

martes, 5 de julio de 2011

¿Dónde está la UE?

Hoy, la creación de la Unión Europea en los años 50, puede parecernos algo lejano, cuando Alemania y Francia decidieron crear una Comunidad Económica destinada a favorecer el comercio del carbón y el acero, y de paso inaugurar una nueva de etapa de amistad entre las dos grandes potencias continentales, tras años de fatal desencuentro. Posteriormente cada vez más países se fueron uniendo al proyecto europeo, convencidos de sus grandes ventajas políticas y económicas, así como de su categoría de proceso histórico e imparable en un continente tristemente marcado en su historia por los conflictos bélicos. Así, la inicial Comunidad Europea fue creciendo, se transformó en la actual Unión Europea y, aunque siempre se incidió más en la integración económica de sus miembros (no es fácil renunciar a la soberanía nacional), también se fueron logrando avances, aunque menores, en el plano político, como la creación de una política exterior común o el cada vez mayor poder normativo del Parlamento Europeo. También se instituyó como un "club" defensor de los derechos humanos, que exigía una larga serie de requisitos en este ámbito a todo Estado que quiera entrar a formar parte de él, además, por supuesto, de todos los requisitos económicos hoy tristemente de actualidad.

En este tiempo de creciente influencia y optimismo del proyecto europeo, muchos países manifestaron su deseo de ingresar en la Unión, especialmente los de la antigua órbita soviética, que veían en la UE, por un lado, una oportunidad de modernizar sus economías y sistemas políticos y, por otro, un retorno a la vieja Europa de la que tanto tiempo habían estado separados por aquel telón de acero que ahora nos parece tan lejano.

Hoy, sin embargo, la Unión aparece ante el mundo más lánguida que nunca, desintegrada por unas, cada vez más, conservadoras y timoratas políticas internas de los Estados, que ante la incertidumbre que vive el planeta, prefieren el "sálvese quien pueda" a proseguir avanzando en un proyecto europeo en el que ya parecen no creer. El error de esta actitud, en mi opinión, parte de la absurda centralidad que hoy en el mundo se otorga a la economía, dejando de lado otros ámbitos de nuestra existencia mucho más importantes. Como ya he manifestado en entradas anteriores, la UE es el espacio geográfico del mundo donde se garantiza una mayor protección social a sus habitantes y supone todo un modelo a exportar y no a desmantelar, porque es fruto de lo mejor del espíritu humano, de la cultura ilustrada y de los derechos humanos. ¿Cuál ha sido entonces el error de la UE? Pues precisamente no exportar este modelo.

Un ejemplo es muy claro: Turquía. Este país, que es miembro asociado de la UE desde 1965, empezó las negociaciones para su adhesión plena en 2005. Tras sucesivas trabas y posposiciones de plazos, hoy esa adhesión parece más lejana que nunca y son muchos los turcos que, recordando su orgulloso pasado imperial, manifiestan que, puesto que Europa no los quiere, Turquía ya no necesita a Europa (y menos ahora que el país se está convirtiendo en una potencia regional en Oriente Medio, con criterio propio en política exterior y tasas de crecimiento económico que enrojecerían a cualquier país "occidental"). La UE no puede escudarse en la falta de cumplimiento de requisitos económicos, porque el AKP (partido islamista en el gobierno que recientemente ha revalidado su mandato), pese a sus muchos defectos en otros ámbitos, en este ha hecho los deberes a la perfección. Ni siquiera puede aducir falta de avances en la protección de los derechos humanos, donde, pese a que siguen existiendo problemas, la situación nada tiene que ver con la de hace veinte años. ¿Cuál es, pues el problema? Pues yo diría que son dos: la población y la religión.

Efectivamente, ni a Francia ni a Alemania les hace gracia que un país que les supera en población les superara, por ende, en representantes en las distintas instituciones europeas y, por tanto llegara a tener la misma influencia que ellos. Tampoco les hace mucha gracia un posible éxodo migratorio turco hacia otros Estados miembros una vez conseguida la adhesión. Sin embargo, y es una opinión personal, llegado el caso podrían llegar a soslayar estos "problemillas", pero no otro que consideran mucho peor: el hecho de que el 99% de la población turca sea musulmana. En no pocas ocasiones hemos oído al Papa manifestar su idea sobre las raíces cristianas de Europa y, por consiguiente, su existencia como un club cristiano. Tampoco deja de ser curioso que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (que no es un órgano de la UE, pero sí es "europeo") haya fallado recientemente a favor de que Italia mantenga los crucifijos en las escuelas públicas mientras también ha admitido la prohibición del velo musulmán en espacios públicos en Turquía y Francia. ¿Coincidencia?

Si aún hay tiempo para ello, en mi opinión nada podría favorecer más la democracia en todo el Oriente Medio y los países árabes que la adhesión de Turquía a la UE, que además supondría la integración de uno de los países más dinámicos, jóvenes y políticamente influyentes de la zona mediterránea. Frente a estas ventajas que parecen obvias, Europa una vez más se refugia en prejuicios nacionalistas y cortoplacistas y, sin darse cuenta, sigue perdiendo influencia en el mundo.

Pocos acontecimientos tan lamentables han ocurrido en lo que llevamos de 2011 como la artrósica inactividad de la UE ante las revueltas árabes que se sucedieron desde febrero. Los distintos gobiernos europeos, de los que formaban parte ministros acostumbrados a veranear en los palacios de Ben Ali o Mubarak, no sabían qué cara poner ante las inapelables manifestaciones ciudadanas que reclamaban aquello de lo que la UE se precia: sistemas democráticos para sus países. Finalmente, una vez más, tuvo que ser EEUU, con escasos intereses en la zona, quien empujara a los viejos países europeos a que se movieran, decretándose una acción militrar en Libia que aún hoy perdura, pero permitiendo baños de sangre en Siria o Bahrein, en casos exactamente iguales al libio. La imagen es, de nuevo, la de esa realpolitik que tanto daño hace al mundo, y que lleva a unos gobiernos de ser adalides de los derechos humanos a amigos íntimos de sátrapas de una semana para otra.

Frente a toda esta situación, haría falta un reforzamiento de la UE como espacio de integración política, eso que se ha dicho tantas veces pero que nunca es inútil repetir: lograr una UE de los ciudadanos y no de los mercados. Porque Europa se ha equivocado muchas veces a lo largo de su historia, y quizá hay muchas cosas de las que debamos arrepentirnos, pero también hemos creado cosas muy positivas para la Humanidad, como nuestro sistema de redistribución de la riqueza, del que debemos sentirnos orgullosos y no dejar que se desmantele sin más. La raíz de toda la crisis que estamos viviendo radica en que "no somos competitivos". ¿Pero aún hoy alguien se cree que podemos llegar a competir con China o India, países donde los más mínimos derechos sociales no son respetados? Por supuesto que no. Por eso, tanto o más importantes que nuestras movilizaciones en Europa, lo son las que se han empezado a ver en China de ciudadanos reclamando sus derechos sociales y laborales. En su fuerza y en nuestra resistencia está el futuro de todos.

Aprendamos del mundo en aquello de lo que nos puedan enseñar, pero enseñemos sobre aquello de lo que podamos estar orgullosos.

Seguimos!

miércoles, 29 de junio de 2011

La mochila del Papa

En noviembre de 2009 apareció una noticia en los periódicos según la cual la visita del Papa a Madrid, que se produciría en agosto de 2011 (ya lo tenemos aquí), tendría un coste de 50 millones de euros, la mitad de los cuales serían sufragados por el Estado. A esto se añadía que, a cambio de dicho apoyo económico, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, se comprometió a rebajar las críticas al Gobierno. Han pasado ya dos años de aquella noticia, pero leyéndola no ha perdido ni un ápice de escándalo y muestra muy a las claras la continua política de apaciguamiento, trato privilegiado y humillación del Estado español ante la jerarquía católica, además de un tufo a mercadeo de intereses que tira para atrás (al igual que tiraban para atrás aquellas imágenes de la vicepresidenta de la Vega con su mantilla besando el anillo del pontífice en el Vaticano). Este Gobierno socialista tan preocupado por los débiles y tan amante de ese "republicanismo ciudadano" del que tanto hablaba Zapatero en sus inicios, ha resultado ser el más dadivoso con la Iglesia católica, aumentando la aportación por IRPF del 0,52% al 0,7%, a lo que se añade una aportación fija de alrededor de 8000 millones euros al año. Todo ello, claro, mientras en la calle se celebraban continuas manifestaciones encabezadas por prelados con gorra defendiendo la familia tradicional o el derecho a la vida (¿a cuantos millones de personas ascienden los muertos provocados por la Iglesia católica a lo largo de su historia?) y poniendo al Gobierno a caer de un burro.

Es incomprensible que esta situación se siga alargando y la sigamos sufriendo día a día. La religión es una cuestión privada y personal, siendo los Estados aconfesionales los únicos que pueden garantizar la libertad para todos, independientemente de sus creencias, porque no se apropian de ningún símbolo religioso. Aún hoy, nuestros ministros juran delante de una biblia y un crucifijo. Aún hoy hay crucifijos en muchas escuelas públicas. Aún hoy los funerales de Estado los ofician ministros de la Iglesia católica. Aún hoy existen capillas católicas en Universidades y Hospitales públicos. Aún hoy el Estado español paga el sueldo de los profesores de religión católica pero es la iglesia la que los despide si se divorcian (pagando el Estado la indemnización, por supuesto).

¿Cómo puede un Gobierno que se dice socialista seguir dando palmaditas a personas que defienden postulados totalmente arcaicos y casposos? ¿De qué tienen miedo? ¿Tendremos que ser los ciudadanos los que al final acabemos rebelándonos también contra esta situación que es totalmente injusta? ¿Han visto ustedes la afluencia diaria a misa en cualquier iglesia de su barrio? ¿A quienes representan estos señores? ¿Qué base social tienen? Lo pregunto, además de para que nos hagamos una idea de su poder real, porque debe ser esa base social la que sufrague los gastos de la confesión que profesan.

No puedo evitar que me den repelús las religiones que no tienen sentido del humor y que además tratan de elevar sus valores a la categoría de dogmas universales, tratando de interferir en la vida privada de todas las personas, profesen esas religiones o no. Las tres llamadas "religiones del Libro", es decir, judaísmo, cristianismo e islam, comparten estas características. Las tres adoptan una posición victimista cuando reciben críticas, victimismo que llega a tener consecuencias trágicas cuando, por ejemplo, el Estado de Israel sigue basando todos sus postulados ontológicos en lo que dice un libro escrito hace más de dos mil años, sin importarle el coste en vidas humanas que implica su existencia en un determinado territorio para el que parece ser que fue designado "pueblo elegido". También cuando un dibujante recibe amenazas de muerte por hacer una caricatura de Mahoma, amenazas que en algunos casos pueden llegar a hacerse realidad. Cualquier religión debe tener la capacidad de recibir críticas e incluso de reírse de sí misma.

En esto tienen aún mucho que aprender del budismo. Buda, que en muchas de sus representaciones tiene aspecto de gordito saludable y sonriente, fundó una doctrina en nombre de la cual nunca se ha producido en el mundo una guerra religiosa y, por tanto, que no lleva muertes a sus espaldas. Estoy convencido de que, si en el futuro la Humanidad elige una nueva forma de espiritualidad o religiosidad, esta tendrá mucho del budismo, de cuya doctrina del desapego y renuncia a las posesiones podríamos aprender mucho en los próximos años.

Somos seres racionales, y creo que, en el caso de que existiera algún dios, se deprimiría profundamente viendo a sus criaturas llorando desconsoladamente porque se rompe un palo del paso de una procesión y no se puede sacar a la estatua de madera correspondiente a la calle, o muriendo en una estampida en La Meca después de realizar unos rituales totalmente tribales e irracionales, o agradeciendo a Dios cada mañana por no haber nacido mujer, como hacen los judíos ortodoxos. ¿Realmente se es mejor persona por no comer cerdo o por ayunar en horas de luz durante un mes? ¿Hay diferencia entre una procesión de semana santa y unos nativos americanos bailando alrededor de un tótem (a los que se suele denigrar por primitivos)?

Estoy convencido de que cuanto antes nos despojemos de estas tres religiones supersticiosas, anticuadas y profundamente negativas en su balance final en la Historia, antes el mundo será un lugar mucho más agradable para vivir. Sin duda, algún día terminará su camino en este planeta, ¿o acaso hoy alguien se acuerda de rezar a Zeus o a Quetzalcoatl?

domingo, 26 de junio de 2011

La revolución de la empatía



"Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit."

(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro)

Tito Macio Plauto


Tenemos que volver a la naturaleza, porque la naturaleza es buena y el hombre es bueno por naturaleza

Jean-Jacques Rousseau


Que estamos ante un cambio de modelo político y social es un hecho palpable en multitud de acontecimientos a los que estamos asistiendo en nuestro planeta, desde la crisis de todo un modelo económico cuyas insuficiencias y despropósitos son cada vez menos ocultables, hasta las esperanzadoras nuevas formas de participación política de la ciudadanía que se siente cada vez más lo que nunca debió dejar de ser: el primero de los sujetos políticos.

Hace ya más de doscientos años, mientras autores como Rousseau defendían que el ser humano era bueno por naturaleza, siendo la sociedad quien lo convertía en malo, otros como Thomas Hobbes afirmaban por el contrario que el ser humano era perverso y egoísta, y que era el Estado quien debía tener el monopolio del uso de la fuerza para encauzar su comportamiento. ¿Quién de los dos tenía razón?

Lejos de mi intención contradecir a dos padres de la teoría política, a los que tanto deben los sistemas más o menos democráticos en los que hoy algunos de los habitantes de este planeta habitamos, pero creo que ninguno de ellos tenía toda la razón. A menudo escuchamos, y a raíz de la crisis que estamos viviendo es un comentario que ha ido ganando cierta presencia, que no se pueden evitar determinados comportamientos humanos que hoy están escandalosamente presentes en nuestras sociedades, tales como el egoísmo, la ambición desmesurada, el afán desmedido de poder o la avaricia sin límites. Partiendo de esa cita latina homo homini lupus que tanto gustaba a Hobbes, estas actitudes se llegan a ver como naturales para acto seguido colocarlas en el cajón de las "cosas inevitables" y, por tanto, eternas. Está en la naturaleza de las personas ser egoístas, ser avariciosas o corromperse cuando llegan a tener alguna cuota de poder así que, amigas y amigos, no intenten luchar contra eso.

Estoy de acuerdo en que estos comportamientos son naturales, pero desde luego no son humanos. Me explico. Todos tenemos pensamientos egoístas en determinados momentos de nuestras vidas. No soy antropólogo ni psicólogo social, pero entiendo que esto se debe a nuestro instinto de supervivencia innato como una especie más del planeta. Es efectivamente natural que tendamos a protegernos a nosotros mismos y a nuestros seres más cercanos en momentos de temor o incertidumbre. Pero lo maravilloso del ser humano es que tenemos una mente capaz de dominar nuestros impulsos animales y por eso somos capaces de escribir poemas o sinfonías, que son actos muy poco "naturales". Tenemos, pues, dos vertientes: la natural y la racional, y ambas deben funcionar en equilibrio. El lógico instinto de autoconservación puede degenerar en el egoísmo desmesurado que lleva a determinadas personas a acaparar ingentes cantidades de dinero, riquezas y posesiones sabiendo que comparten planeta con otras que no disponen de agua corriente, medicinas o un techo bajo el que vivir. Calificar esta realidad como algo inevitable en el ser humano (además de hacernos muy poca justicia a nosotros mismos) implica justificar comportamientos que son de todo punto injustificables.

En mi opinión, lo importante no es lo que somos, sino cómo nos comportamos con los demás. Porque sí, es cierto, yo, usted que me lee y todos y cada uno de los habitantes de este planeta tenemos instintos egoístas, pero algunos los controlan e intentan hacer del mundo un lugar más agradable para vivir, y otros les dan rienda suelta y, sin duda, convierten este mundo en un lugar más difícil y, desde luego, menos humano. Hoy no me detendré en conceptos políticos para defender la pequeña revolución que está naciendo en España desde el 15 de mayo, porque lo ideal sería no detenerse en viejas dicotomías o "ismos" políticos, sino empezar a hablar de una revolución de la empatía. Actualmente, con la ingente cantidad de información a la que tenemos acceso, ponerse en el lugar del otro es más fácil que en tiempos de Rousseau o Hobbes, y de hecho muchos vibramos con los ciudadanos que lograron revertir sistemas políticos tiránicos en Túnez o Egipto, y con los que lo siguen intentando en la ya histórica "primavera árabe", y también se nos encogió el corazón ante catástrofes como el terremoto de Haití del año 2010 o el más reciente de Japón y su posterior desastre nuclear. ¿Qué tenemos en común con los habitantes de estos países? Pues algo no poco importante: nuestra propia humanidad. El mundo cada vez es más empático y, sin duda, eso redundará en que cada vez sea un mundo mejor.

Pero no sólo hablo de empatía con lo que sucede fuera de nuestras fronteras: en España hay gente que está siendo desahuciada todas las semanas y obligada a seguir pagando su deuda al banco después de entregar su casa hasta acabar en la más absoluta de las miserias, también hay extranjeros recluidos en centros de internamiento antes de ser expulsados del país, centros fuera de todo control legal e informativo y donde los derechos humanos entran en esas zonas de sombra tan peligrosas en nuestras sociedades (por desgracia, hay muchos Guantánamos), y tenemos toda una generacion que ya ve como algo normal e inevitable salir del país a buscarse la vida y, por tanto, convertirse en emigrantes. Como todos podemos ser desahuciados, como todos podemos entender lo que es ser inmigrante en otro país y como todos tenemos constancia de que nuestra dignidad y nuestros derechos son lo más importante que tenemos como personas, sólo nos queda avanzar en esta revolución de la empatía, para seguir mejorando el mundo.

Ánimo!

jueves, 23 de junio de 2011

Preguntas para un referéndum



Desde que se instauró la democracia en España, sólo se ha convocado un referéndum (aquel famoso sobre la entrada o no de España en la OTAN, en el que Felipe González empezó a calibrar esas contradicciones de la izquierda de las que siempre sale ganando la derecha). Es una situación anómala en un país democrático ¿Es que no se les ocurren preguntas que hacer a los ciudadanos? Pues yo me he puesto un rato y me han salido unas cuantas:


1. ¿Está de acuerdo con intaurar un sistema de listas abiertas en todos los procesos electorales del Estado?


2. ¿Está de acuerdo con establecer un referéndum a mitad de legislatura para evaluar la acción del Gobierno hasta ese momento?


3. ¿Está de acuerdo en reformar el Senado para convertirlo en una verdadera Cámara de representación territorial?


4. ¿Esta de acuerdo en que España se constituya en una República Federal?


5. ¿Está de acuerdo con el cierre paulatino y definitivo de las centrales nucleares en España?


6. ¿Está de acuerdo en que se hagan públicas, debidamente desglosadas, todas las partidas presupuestarias destinadas a la Casa del Rey?


7. ¿Está de acuerdo con la desapariión de los Centros de Internamiento de Extranjeros en España?


8. ¿Está de acuerdo en que se apruebe una nueva Ley contra la Corrupción Política, según la cual se impedirá ejercer cualquier cargo público mientras se esté procesado en un caso de corrupción?


9. ¿Está de acuerdo en la desaparición total de símbolos religiosos de todo espacio público del Estado español?


10. ¿Está de acuerdo en que España deje de permitir o amparar la venta de armas desde su territorio a países en conflicto armado?


11. ¿Está de acuerdo en que España plantee ante las instituciones europeas una iniciativa para suprimir total y definitivamente los paraísos fiscales en territorio europeo, haciendo públicos los datos de todos los titulares de cuentas bancarias en dichos territorios?


12. ¿Está de acuerdo en que España plantee ante la Unión Europea y Naciones Unidas una iniciativa para establecer una tasa a las transacciones financieras internacionales?


Y esto sólo en un rato...

miércoles, 22 de junio de 2011

¿Por qué están quebrando países y no bancos?

Nuestro hiperinformado y multiconectado mundo aún se rige en el plano político por un concepto dieciochesco: la vieja noción de soberanía de los Estados, según la cual un Estado es una unidad de poder político que ejerce su imperium en un trozo de territorio, sin admitir injerencias externas. Este viejo concepto, erosionado por la profunda ola neoliberal y globalizadora que azotó al mundo desde los años 80 del pasado siglo, sigue estando vigente, sin embargo, en las relaciones entre Estados y (aunque no las he leído todas) apuesto a que las actuales constituciones de los distintos países de la UE aluden a la soberanía popular (o nacional, según preferencias) como fuente de todos los poderes del Estado, porque así nos lo enseñaron los compañeros revolucionarios franceses hace más de doscientos años.

Llevamos ya tres años en crisis, tres años en los que hemos oído muchas cosas. Muy poco tiempo duró aquello de “refundar el capitalismo” porque había algunos a los que no les interesaba refundar un chiringuito en el que se lo estaban (y se lo están) pasando tan bien. Así que estos pocos (y pongámosles el nombre que queramos: mercados, multinacionales, grandes propietarios, sea como sea, una minoría de privilegiados) se pusieron a tensar la cuerda a fuerza de emplear una ideología que no es para nada nueva: en Argentina, México o Brasil ya conocen muy bien en qué consisten estos préstamos condicionados a “ajustes estructurales” (léase adelgazamiento del Estado hasta la desnutrición) que ahora se imponen a países europeos como Grecia, Irlanda o Portugal. Se genera un monto de deuda al que se le van uniendo unos intereses que pronto devienen inasumibles y que hunden al país que los sufre en la más absoluta miseria y falta de crecimiento económico. Nada nuevo, pues, bajo el sol.

El lunes mismo, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, hablaba con condescendencia de los ciudadanos griegos y españoles, en los que percibía “cansancio” y a los que, en todo caso, avisaba de que no había otra alternativa a las medidas de recorte propuestas. En similares términos se pronunciaba nuestra ministra de economía, Elena Salgado y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. ¿Quién decide que no hay otra alternativa? Son los más ricos quienes más deben sacrificarse en una situación de crisis y no al revés, primero porque ellos también forman parte de la comunidad de ciudadanos y, por tanto, del contrato social que supone todo Estado democrático (¿recuerdan a Rousseau?) y segundo, porque tienen muchos más recursos para soportar esos sacrificios. Ayer mismo, en este mismo blog hablaba de los chirridos del sistema político español, a los que se podía añadir un quinto chirrido: el de esta Unión Europea que ha devenido un simple instrumento a las órdenes de los postulados más radicales de la extrema derecha económica. ¿Dónde está la UE como espacio democrático, defensor de los derechos humanos y de un modelo de protección social único en el mundo?

Porque sí, señoras y señores, vivimos en la zona del mundo que garantiza una mayor protección social a sus ciudadanos y que, aún hoy (pese a todo el crecimiento de las potencias emergentes) sigue estando entre las cuatro mayores economías del mundo. Por supuesto, hay una minoría de ciudadanos, en Europa en particular y en el mundo en general, a los que este sistema les importa un bledo porque no lo necesitan. ¿Cuánto supone esta gente en el total de la población europea? ¿Y en el total de la población mundial? ¿Llegarán a un 3%? Entonces, ¿por qué la UE, y con ella todos sus Estados miembros, se pliegan a sus intereses? Creo que todos coincidiremos en que, aún con todos los problemas que padecemos, la riqueza general en Europa hoy es mayor que la que había después de la Segunda Guerra Mundial, cuando nacieron los postulados social-demócratas. ¿Cómo es posible entonces que haya Estados en situación de quiebra mientras los principales bancos españoles no bajan de los 8000 millones de euros de beneficios al año?

Todos recordamos como imagen arquetípica de la gran crisis de 1929 en Estados Unidos la de aquellos ejecutivos y brokers de Wall Street tirándose literalmente por las ventanas porque se arruinaron completamente (todo ello mientras Central Park se llenaba de chabolas). ¿No ven diferencias con la situación actual? Son excepcionales y realmente marginales (especialmente aquí en España) los casos de bancos con problemas económicos o declarándose en quiebra. ¿Es esto normal en la que se nos dice que es la mayor crisis desde aquel crack del 29? La petición de sacrificios es perfectamente comprensible en una situación como esta, pero lo es menos que esa petición sólo se dirija a una parte (casualmente la mayoritaria) de la población. No sé si ustedes que me leen comparten esta sensación, pero yo hace tiempo que me veo fuera de la discoteca, escuchando de lejos la música, sin poder entrar y además recogiendo la mierda que dejan cada día unos pocos después de la borrachera.

¿Y qué hacemos frente a esto? Pues yo volvería a aquel concepto dieciochesco de la soberanía. Porque se nos está olvidando que vivimos en Estados soberanos, cuyos gobernantes no deben responder más que ante los ciudadanos que los eligen. Necesitamos una nueva hornada de políticos (y si no es una nueva hornada, me conformo con uno solo, ni siquiera eso existe hoy) que den de una vez un puñetazo en la mesa en esas reuniones del Eurogrupo o ante las exigencias del FMI o ante la lección del banquero de turno y se planten en nombre de la soberanía popular a la que representan. Hoy en día, algo que está escrito en todas nuestras constituciones, y que es uno de los pilares sobre los que se sustentan nuestros sistemas políticos en Europa, sería tan revolucionario que ni se plantea. La paciencia de la ciudadanía empieza a agotarse cuando ni un solo jefe de Estado o de Gobierno sale en defensa de sus ciudadanos, cuando no se oye ni un solo reproche al sistema bancario (no digo ya medidas concretas), cuando entre las medidas de ajuste se encuentra la eliminación del impuesto sobre el patrimonio o sobre sucesiones y donaciones, que gravan a los ciudadanos con mayor poder adquisitivo.

Por eso es importantísimo (y diría que histórico en España) que sea la propia ciudadanía la que esté reclamando que se escuche su voz. Que sean ciudadanos libres y soberanos los que estén haciendo lo que sus representantes políticos no se atreven a hacer: plantar cara al poderoso y decir ¡basta ya!

martes, 21 de junio de 2011

Que treinta años no es nada...

No hay nada que esté siendo más divertido en este lúcido, maravilloso y refrescante mes que la desorientación de todo el establishment español ante un movimiento que no controlan, al que no saben cómo dirigirse y frente al que siguen utilizando léxico y códigos del siglo pasado. Los viejos padres de la patria, que nos vendieron esa Transición lampedusiana en la que todo cambiaba para que todo siguiera igual, han pasado de la condescendencia inicial del “son cuatro gatos” al “¿pero quién es vuestro portavoz?”, pasando por “no tienen objetivos claros” para llegar a "los políticos tenemos que tomar nota de algunas cuestiones" (Sáenz de Santamaría dixit). Genial, ¿no?

No descubro nada nuevo si digo que la Transición española dejó mucho que desear en muchos aspectos, pero desde el principio se nos vendió como un proceso ejemplar, que aparecía en la portada del New York Times, de la mano de un rey Juan Carlos I que daba discursos en el Congreso de Estados Unidos para vender el producto. Más de treinta años después la cosa empieza a chirriar:

- Primer chirrido: Si ya resultaba ridículo el veto informativo y de opinión sobre la familia real y todo lo que la rodeaba (presupuesto incluido), ahora ya rozan lo grotesco las cada vez más usuales salidas de pata de banco del monarca (¿por qué no te callas? a un jefe de Estado en una cumbre internacional, al mejor estilo de los sargentos chusqueros, y las recientes broncas a los periodistas por hablar de su estado de salud) y de su hijo, que si te dedica un minuto de su real tiempo, es sólo para que tengas un minuto de gloria.

- Segundo chirrido: En la Administración de Justicia española actual (sí, a 20 de junio de 2011) aún hay jueces y magistrados que juraron los Principios Generales del Movimiento cuando empezaron a trabajar. Si a esto le unes un sistema de nombramiento para los grandes órganos judiciales del Estado (Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Supremo) basado en la propuesta de candidatos por parte de los partidos políticos, nos encontramos con situaciones tan edificantes como que hace unos días tres magistrados presentaran su renuncia en el TC, porque su renovación debería haberse producido seis meses atrás. Por cierto, esos partidos políticos son los mismos que corren prestos a los micrófonos a reclamar respeto a las sacras e intocables instituciones democráticas en cuanto alguien que no conocen se sale del tiesto, faltaría más.

- Tercer chirrido: La Iglesia católica sigue recibiendo en España un trato de favor (más de 6000 millones de euros al año) y unos privilegios (exención de impuestos varios, por citar uno) inexplicables en cualquier país aconfesional. También en el año 2011 tenemos que aguantar que el presidente de las recién formadas Cortes valencianas, señor Juan Cotino, plante un crucifijo en la sesión de investidura y ni un solo diputado se plante, abandone la Cámara o solicite inmediatamente la retirada de un símbolo religioso de un lugar público y, por tanto, de todos.

- Cuarto chirrido: En el no muy edificante pero valioso para extraer alguna enseñanza siglo XIX español, donde las tasas de analfabetismo eran sonrojantes, se estableció un sistema parlamentario basado en el turnismo, según el cual liberales y conservadores se turnaban en el poder mediante elecciones amañadas. Qué gran historia la española, ¿verdad? Yo hace mucho que dejé de reírme del chiste de que el sistema ofrezca como únicas alternativas del señor Zapatero a los señores Rajoy o Rubalcaba.

Llevamos oyendo estos chirridos más de treinta años porque, aunque algunos lo traten de evitar, de vez en cuando las puertas de las habitaciones de la casa se abren y se cierran (y de algunas sale un olor que levantaría a Drácula de la tumba, pero de día). Y los oídos empiezan a doler. Y los argumentos son cada vez más insostenibles.

Lo que se está demostrando todas estas semanas es que, aunque trate de ofrecer una imagen de fortaleza, el sistema es en realidad un castillo de naipes que todos sostenemos con nuestros miedos cotidianos, y que si sumamos cada vez más espíritus, tarde o temprano cambiará, porque le empiezan a faltar argumentos, y los que tiene empiezan a caer por su propio peso. ¿Hasta cuándo piensan que podremos soportar lecciones económicas de un señor como Emilio Botín, procesado ya en demasiadas ocasiones por evasión fiscal? ¿De verdad se creen los responsables de una televisión pública como Telemadrid que es posible manipular a ciudadanos libres emitiendo imágenes de las movilizaciones griegas diciendo que son de Barcelona? ¿Es posible que a día de hoy un periódico como La Razón presente en portada una fotografía burdamente retocada de la movilización del 19J en Madrid?

El sistema capitalista, pese a todos los miedos que imprime en el personal, basados en hipotecas, despidos, desahucios, crisis alimentarias o epidemias varias, es a su vez un sistema profundamente miedoso, porque se sustenta en el humo, en la nada. ¿Qué son sino humo los números que flotan en cualquier bolsa del mundo y que se ponen verdes o rojos dependiendo de lo que ese día le dice Sarkozy al oído a Merkel en la reunión de turno del Consejo Europeo? ¿Qué son sino nada las imposiciones que aparecen en los millones de pantallas de ordenador de los millones de empleados de banca del mundo? ¿Existe ese dinero? Frente a ese éter inestable y que tiembla si un volcán entra en erupción en Islandia o si un pepino contaminado aparece en un restaurante alemán, las movilizaciones y acampadas ciudadanas de estas semanas ofrecen algo contra lo que el sistema no puede luchar: realidad. Y le asusta.

Estamos en el buen camino.