miércoles, 29 de junio de 2011

La mochila del Papa

En noviembre de 2009 apareció una noticia en los periódicos según la cual la visita del Papa a Madrid, que se produciría en agosto de 2011 (ya lo tenemos aquí), tendría un coste de 50 millones de euros, la mitad de los cuales serían sufragados por el Estado. A esto se añadía que, a cambio de dicho apoyo económico, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, se comprometió a rebajar las críticas al Gobierno. Han pasado ya dos años de aquella noticia, pero leyéndola no ha perdido ni un ápice de escándalo y muestra muy a las claras la continua política de apaciguamiento, trato privilegiado y humillación del Estado español ante la jerarquía católica, además de un tufo a mercadeo de intereses que tira para atrás (al igual que tiraban para atrás aquellas imágenes de la vicepresidenta de la Vega con su mantilla besando el anillo del pontífice en el Vaticano). Este Gobierno socialista tan preocupado por los débiles y tan amante de ese "republicanismo ciudadano" del que tanto hablaba Zapatero en sus inicios, ha resultado ser el más dadivoso con la Iglesia católica, aumentando la aportación por IRPF del 0,52% al 0,7%, a lo que se añade una aportación fija de alrededor de 8000 millones euros al año. Todo ello, claro, mientras en la calle se celebraban continuas manifestaciones encabezadas por prelados con gorra defendiendo la familia tradicional o el derecho a la vida (¿a cuantos millones de personas ascienden los muertos provocados por la Iglesia católica a lo largo de su historia?) y poniendo al Gobierno a caer de un burro.

Es incomprensible que esta situación se siga alargando y la sigamos sufriendo día a día. La religión es una cuestión privada y personal, siendo los Estados aconfesionales los únicos que pueden garantizar la libertad para todos, independientemente de sus creencias, porque no se apropian de ningún símbolo religioso. Aún hoy, nuestros ministros juran delante de una biblia y un crucifijo. Aún hoy hay crucifijos en muchas escuelas públicas. Aún hoy los funerales de Estado los ofician ministros de la Iglesia católica. Aún hoy existen capillas católicas en Universidades y Hospitales públicos. Aún hoy el Estado español paga el sueldo de los profesores de religión católica pero es la iglesia la que los despide si se divorcian (pagando el Estado la indemnización, por supuesto).

¿Cómo puede un Gobierno que se dice socialista seguir dando palmaditas a personas que defienden postulados totalmente arcaicos y casposos? ¿De qué tienen miedo? ¿Tendremos que ser los ciudadanos los que al final acabemos rebelándonos también contra esta situación que es totalmente injusta? ¿Han visto ustedes la afluencia diaria a misa en cualquier iglesia de su barrio? ¿A quienes representan estos señores? ¿Qué base social tienen? Lo pregunto, además de para que nos hagamos una idea de su poder real, porque debe ser esa base social la que sufrague los gastos de la confesión que profesan.

No puedo evitar que me den repelús las religiones que no tienen sentido del humor y que además tratan de elevar sus valores a la categoría de dogmas universales, tratando de interferir en la vida privada de todas las personas, profesen esas religiones o no. Las tres llamadas "religiones del Libro", es decir, judaísmo, cristianismo e islam, comparten estas características. Las tres adoptan una posición victimista cuando reciben críticas, victimismo que llega a tener consecuencias trágicas cuando, por ejemplo, el Estado de Israel sigue basando todos sus postulados ontológicos en lo que dice un libro escrito hace más de dos mil años, sin importarle el coste en vidas humanas que implica su existencia en un determinado territorio para el que parece ser que fue designado "pueblo elegido". También cuando un dibujante recibe amenazas de muerte por hacer una caricatura de Mahoma, amenazas que en algunos casos pueden llegar a hacerse realidad. Cualquier religión debe tener la capacidad de recibir críticas e incluso de reírse de sí misma.

En esto tienen aún mucho que aprender del budismo. Buda, que en muchas de sus representaciones tiene aspecto de gordito saludable y sonriente, fundó una doctrina en nombre de la cual nunca se ha producido en el mundo una guerra religiosa y, por tanto, que no lleva muertes a sus espaldas. Estoy convencido de que, si en el futuro la Humanidad elige una nueva forma de espiritualidad o religiosidad, esta tendrá mucho del budismo, de cuya doctrina del desapego y renuncia a las posesiones podríamos aprender mucho en los próximos años.

Somos seres racionales, y creo que, en el caso de que existiera algún dios, se deprimiría profundamente viendo a sus criaturas llorando desconsoladamente porque se rompe un palo del paso de una procesión y no se puede sacar a la estatua de madera correspondiente a la calle, o muriendo en una estampida en La Meca después de realizar unos rituales totalmente tribales e irracionales, o agradeciendo a Dios cada mañana por no haber nacido mujer, como hacen los judíos ortodoxos. ¿Realmente se es mejor persona por no comer cerdo o por ayunar en horas de luz durante un mes? ¿Hay diferencia entre una procesión de semana santa y unos nativos americanos bailando alrededor de un tótem (a los que se suele denigrar por primitivos)?

Estoy convencido de que cuanto antes nos despojemos de estas tres religiones supersticiosas, anticuadas y profundamente negativas en su balance final en la Historia, antes el mundo será un lugar mucho más agradable para vivir. Sin duda, algún día terminará su camino en este planeta, ¿o acaso hoy alguien se acuerda de rezar a Zeus o a Quetzalcoatl?

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