lunes, 29 de agosto de 2011

Quiero vivir en un país criticado por Moody's

Acabo de leer que la agencia Moody's ve "positiva" la reforma constitucional emprendida en España. La noticia que, sin duda, habrá hecho respirar de alivio a nuestros pusilánimes representantes políticos, a mi me ha agravado la desazón que vengo sintiendo estos días. Que países enteros persigan desesperadamente la aprobación de empresillas privadas no dice nada bueno de este mundo en el que vivimos.

Ninguna medida tomada hasta ahora en España y en el mundo destinada a "aplacar" a los mercados ha surtido efecto, porque parece que los Estados democráticos no se dan cuenta de que capitalismo en estado puro y democracia son incompatibles. Curiosamente, uno de los países donde actualmente el capitalismo se desarrolla con menores trabas es China. Una dictadura "comunista" de partido único permite que, bajo su paraguas, las empresas entren en el país e inviertan con los menores límites posibles, tanto desde el punto de vista social como medioambiental. Resultado: en pocos años, China se ha convertido en la segunda potencia económica mundial y, según numerosos informes, será la primera en unos pocos más. Su crecimiento genera elogios en las escuelas de negocios, agencias de calificación, instituciones financieras... Se habla del nuevo poderío chino, de un cambio en las reglas del juego mundial. Pero, ¿por qué no se habla de lo que en realidad es China? El primer país en pena de muerte de mundo, donde las desigualdades sociales siguen siendo abismales entre el campo y la ciudad y los daños medioambientales producidos por el desmesurado crecimiento industrial y urbano sólo ahora comienzan a calibrarse. Sin contar con la casi nula protección social de sus ciudadanos.

Resumiendo, un paraíso para los mercados. ¿Han oído críticas de alguna agencia de calificación hacia China? ¿Y de algún mandatario "occidental"? Incluso se ha creado una agencia de caliicación propia en el país, Dagong Global Credit Rating, que se permite criticar el comportamiento económico de EEUU.

Desde las democracias occidentales, nunca podremos competir económicamente con China. Es China, y con ella todas las "economías emergentes" (eufemismo que engloba países que crean sociedades de clientes en lugar de ciudadanos, que llegan a tener antes el último modelo de móvil que agua caliente en casa) las que deben converger con los estándares de protección social europeos. Esto, lógicamente, es lo opuesto a lo defendido por los mercados y el neoliberalismo mundial, y en ello están: en tensar la cuerda lo más posible para que la ciudadanía vaya renunciando cada vez a más derechos en aras de una competitividad y un crecimiento que nunca llegarán, porque ni se debe competir eternamente ni el crecimiento eterno es posible.

Este sistema en el que nos hemos visto sumergidos busca sociedades elitistas, donde unos pocos privilegiados podrán pagarse sus servicios sociales básicos como la sanidad o la educación mientras el resto se las arreglará como pueda. No es un modelo nuevo, ya existe en los países inadecuadamente llamados "en vías de desarrollo" que, precisamente, se encuentran en esa tesitura por la resistencia de sus élites a abandonar sus privilegios.

Este proceso de cierta emancipación (con todos los límites que queramos, especialmente en España) de una clase media frente a los privilegios de una minoría, ya se produjo en Europa hace bastante tiempo y, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los derechos sociales nacieron y se convirtieron en uno de los mayores avances de la humanidad. Lo insólito de todo lo que estamos viviendo estos últimos meses es que parece que estos derechos sociales son renunciables en beneficio del crecimiento económico. ¿De verdad estamos dispuestos a retroceder en lo ganado?

Me sorprende la resignación de muchos ciudadanos que asisten como meros espectadores a los acontecimientos que se suceden en el mundo. Ninguna receta de las propuestas por el sistema capitalista para la crisis que estamos viviendo es nueva, y ninguna ha demostrado ser eficaz en la mejora del nivel de vida de la ciudadanía. El mercado persigue el beneficio económico y nada más. Por eso es tan importante el papel de los Estados, que siempre deben regular el mercado, no intentar calmarlo, como vemos últimamente.

Yo tengo muy claro que no quiero que mi país se dirija cada vez más hacia una sociedad elitista donde se salvaguarden tan sólo los intereses de ciertos grupos de poder. Es totalmente absurdo retroceder hacia eso, va en contra del deseo de progreso continuo que siempre ha guiado a la humanidad. Por eso quiero vivir en un país criticado sin piedad por Moody's.

sábado, 27 de agosto de 2011

Golpe de Estado inaceptable

Entre estupefacto y profundamente triste estoy asistiendo al cúmulo de acontecimientos que se suceden en este final de legislatura. A las pocas horas de colgar mi anterior entrada sobre los abusos y compadreos en el poder de PSOE y PP, el presidente del Gobierno anunciaba su voluntad de proponer, con el acuerdo del PP, una reforma constitucional para modificar el art. 135 de la Carta Magna, que quedaría redactado como sigue:

“1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.

2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.

Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.

3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito.

Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.

El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación al producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.

4. Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.

5. Una Ley Orgánica desarrollará los principios a que se refiere este artículo, así como la participación, en los procedimientos respectivos, de los órganos de coordinación institucional entre las Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera. En todo caso, regulará:

a) La distribución de los límites de déficit y de deuda entre las distintas Administraciones Públicas, los supuestos excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de corrección de las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse.

b) La metodología y el procedimiento para el cálculo del déficit estructural.

c) La responsabilidad de cada Administración Pública en caso de incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.

6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos y dentro de los límites a que se refiere este artículo, adoptarán las disposiciones que procedan para la aplicación efectiva del principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias."

Ayer viernes, tras una "ardua" negociación de dos días del PPSOE, la iniciativa fue presentada en el registro del Congreso de los Diputados. Fruto de ella, y tras dos semanas de debate en ambas Cámaras, se introducirá en la Constitución una cláusula netamente neoliberal, derivada de una ideología concreta: la que se obsesiona con el gasto público, y abandona siempre el lado de los ingresos, y la que se olvida de que esta crisis no la originaron los Estados sino los bancos. A estos bancos se les prestó dinero (en el mejor de los casos, también se les regaló mucho) a intereses de entre el 0% y el 1%, pero ahora a los Estados como España esos mismos "inversores" les exigen el 6% para prestarles dinero. Lo digo y lo vuelvo a repetir: en España hay grandes fortunas que pueden y deben contribuir a salir de esta crisis (y podían tomar el ejemplo de los grandes empresarios franceses que esta misma semana solicitaron a su gobierno pagar más impuestos para ayudar al país). Y entre ellos también hay delincuentes que mandan su dinero a Suiza para no pagar impuestos en su amada España, mientras se atreven a darnos lecciones de austeridad económica.

Poniendo el énfasis en las restricciones en el déficit y en el pago prioritario de la deuda (ver apartado 3) se resta soberanía al Estado a la hora de decidir qué partidas presupuestarias son prioritarias y se entra en un círculo vicioso de eterno pago de deuda que lastrará al país y a las generaciones futuras por muchos años. El estímulo público a través de la inversión en infraestructuras y otros servicios genera empleo y crecimiento. Con este artículo, se olvida toda política de estímulo para caer en una de austeridad derivada de la absurda imposición de Alemania, cuya canciller Angela Merkel, hace mucho que se convirtió en un cáncer para la Unión Europea. Señora Merkel, para tener una UE como la que Ud. nos propone, deshagamos la UE. La UE se fundó sobre la idea de ser una comunidad solidaria entre sus miembros para favorecer un crecimiento mutuo y armónico. Si cada país va a defender sus intereses (y más concretamente, los de sus bancos), ¿para qué queremos UE?.

Esta misma mañana acabo de enterarme de que Zapatero se reunió con Aznar en Moncloa en el mes de julio "para limar asperezas". Me he quedado petrificado. Petrificado de ver cómo los dos presidentes de Gobierno más mediocres que posiblemente haya dado este país se reúnen para venderlo al mejor postor. Petrificado por la ligereza del vergonzante "socialista" Zapatero y sus ministros a la hora de explicar lo inexplicable: una reforma constitucional anunciada en agosto, negociada en dos días y (presumiblemente) aprobada en un par de semanas.

La Constitución española es fruto de su tiempo, se aprobó en una época convulsa y las presiones que, imagino, debieron existir desde todo tipo de frentes, explican su inconcreción y su falta de valentía en muchos ámbitos. Yo siempre he defendido la necesidad de reformarla en muchos aspectos, empezando por la misma forma política del Estado, pues soy un firme defensor de la idea de una República federal para este país. Sin embargo, no puedo aceptar que, tras más de 30 años oyendo aquello de "no es el momento", "no hay suficiente consenso", "hoy no están alineados Venus y Júpiter", ahora se nos pretenda hacer creer que en dos días se puede aprobar una reforma constitucional crucial para nuestro futuro a espaldas de los ciudadanos.

Somos una democracia joven, pero estos días, en las muchas ocasiones que he tenido de juntarme y hablar con compañer@s ciudadan@s en las plazas de Madrid y Barcelona, he visto que no somos una democracia inmadura. No podemos permitirnos aceptar imposiciones como estas que además nos subestiman como ciudadanos, tratándonos como pobres incapaces que no entienden de economía, al estilo del mejor Luis XIV. Ni estamos en el siglo XVIII ni somos incapaces. Somos ciudadanos en el pleno ejercicio de nuestros derechos políticos y la Constitución, con sus fallos, su olor a ropero viejo y sus bisagras oxidadas, es nuestra, como nuestros son el Congreso de los Diputados, el Senado y el Palacio de la Moncloa.

Sólo el pueblo que ejerce dignamente sus derechos y pelea por ellos es un pueblo respetado. Nadie, y digo bien, nadie, va a otorgarnos derechos por concesión graciosa y, desgraciadamente, hay mucha gente dispuesta a arrebatárnoslos. Ante esto, sólo nos queda nuestra dignidad como ciudadanos y la calle, porque el pueblo no opina, el pueblo decide.

¡Ahora más que nunca, salgamos a la calle el domingo y proclamemos nuestra indignación frente a este espectáculo bochornoso! ¡Solicitemos un referéndum, porque es nuestro derecho ser consultados! No sólo por nosotros. El futuro de las próximas generaciones está en juego.

martes, 23 de agosto de 2011

No he podido evitar durante estos últimos meses una sensación muy desagradable sobre los últimos acontecimientos producidos en España y en el mundo: el PSOE y el PP están de acuerdo en muchas cosas, en demasiadas cosas, y la sensación de compadreo entre ambos para gobernar el país a sus anchas es cada vez más insoportable. Al fin y al cabo, en España sabemos mucho de bipartidismos y turnismos perpetuos en el poder (nuestro siglo XIX fue un ejemplo de ello, y así nos fue...). Ejemplos, varios:


1. No se ha dado mucha publicidad al hecho de que en enero de este año se publicó en el BOE la reforma de la LOREG, según la cual los partidos sin representación parlamentaria sólo podrán presentarse a las elecciones si recogen las firmas equivalentes al 0.1% del censo de cada una de las circunscripciones en las que se presenten, en un plazo de 20 días y sin que ningún ciudadano pueda firmar por más de un partido. Resulta curioso que cuando el nuevo candidato del PSOE habla de nuevas formas de hacer política y acercarse a los ciudadanos, las medidas legislativas apoyadas por su grupo parlamentario vayan justo en el sentido contrario: el de dificultar lo más posible el acceso de esas nuevas formas de ver la política a los órganos del poder legislativo. La propuesta fue apoyada por el PSOE, el PP, CIU y PNV.

2. De las vergonzantes escenas de sumisión del poder civil a la confesión religiosa católica a las que desgraciadamente hemos asistido estos días, llaman especialmente la atención las declaraciones de prohombres del socialismo, como José Blanco, valorando la visita papal en términos económicos y criticando a quienes cuestionan el gasto público de una visita pastoral de un líder religioso en un Estado aconfesional. A él se unió el más católico-apostólico de los socialistas: el señor Francisco Vázquez, que criticó abiertamente la marcha laica convocada para protestar contra la visita papal, por considerarla "una vergüenza para España". Podríamos pensar que son voces aisladas dentro de ese socialismo al que Intereconomía y compañía se empeñan en seguir tildando de marxista, revolucionario y disgregador (háganselo mirar), pero cuando vemos al señor Zapatero acudiendo a la nunciatura a agasajar al pontífice (ni siquiera le recibió en Moncloa, no, que no se moleste su santidad), y a varios de sus ministros en visitas varias de un empalague que provoca arcadas, enseguida se nos quita esa sensación. El PSOE ha estado muy a gusto durante la visita del Papa y así lo ha hecho ver. Dos datos más: primero, la policía nacional, dependiente del Ministerio del Interior y, por tanto, del gobierno socialista-marxista-leninista, ha protagonizado durante toda las JMJ agresiones inadmisibles contra manifestantes pacíficos y periodistas que recuerdan a otros tiempos; segundo, la cobertura del evento por parte de TVE ha rozado (y en muchas ocasiones, alcanzado) lo vergonzante, ocupando algunos días más de medio telediario en informar de noticias tales como "los peregrinos no pudieron comulgar debido a la tormenta", "lipotimias entre los peregrinos" o "las canciones de los peregrinos", informaciones todas de alto valor informativo en una televisión pública.

3. Una de las reivindicaciones del 15M con las que más se está identificando la ciudadanía es la de lograr la dación en pago para los casos de imposibilidad del pago de créditos hipotecarios y, de esta forma, evitar que al hecho de tener que devolver la vivienda hipotecada se una el de tener que seguir pagando al banco por la diferencia entre su tasación inicial y aquella que fue determinada en pública subasta. No es una regulación extraña en el mundo, se aplica en el Reino Unido y EEUU. ¿Adivinan quién tumbó no una, sino dos iniciativas en el Congreso para aprobar esta medida? Pues sí señores, PSOE y PP.

4. Además de haber realizado los mayores recortes sociales producidos en democracia, y que ya conocemos, el PSOE ha sido el artífice de otras medidas que, no por menos conocidas, dejan de ser significativas: supresión del Impuesto sobre el Patrimonio (hoy leo que puede que lo restablezcan antes de las elecciones, en un nuevo gesto de desvergüenza electoralista), aumento del 0,5% al 0,7% de la cantidad que se destina a la Iglesia por aquellos que ponen la "equis" en su casilla del IRPF (recordemos que los creyentes no pagan una cantidad adicional por poner esa equis, sino que es dinero público que deja de gastarse en otras cosas para destinarlo a la Iglesia), ampliación a 60 días del tiempo máximo de permanencia de extranjeros en situación irregular en centros de internamiento de opaco funcionamiento y dudosa legalidad (no tener permiso de residencia es una infracción administrativa, no un delito y, por tanto, nunca debería conllevar una privación de libertad).

Por todo ello, y desde una perspectiva de izquierdas, debemos de empezar a preguntarnos a quién representan estos señores, qué intereses defienden. Al PP ya se le conoce, son los mismos de siempre (tienen hasta los mismos apellidos), pero lo del PSOE es vergonzante. Desgraciadamente, estamos ante un rodillo PPSOE que está de acuerdo en una serie de líneas rojas que nunca traspasarán y que, curiosamente, afectan a los sectores más poderosos de la sociedad. En una de mis primeras entradas critiqué los fallos de nuestra Transición, que fueron muchos. Lo preocupante empieza cuando ves que dos grandes estructuras de poder se han convertido en garantes de esos fallos e intentan hacerlos perpetuos.

Por eso, desde estas líneas animo a votar el 20-N a cualquier partido minoritario que permita que nuevos aires entren en el Congreso. Ahora hay demasiado olor a naftalina y demasiada caspa en el suelo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Promesas incumplidas

Muchos análisis se están haciendo ya de los disturbios que se expanden por Inglaterra desde el pasado sábado. No parece casual que, en un año donde manifestaciones ciudadanas de distinta índole se van repitiendo por distintos países, el Reino Unido asista a incidentes con un claro componente violento, incluyendo saqueos e incendios de todo tipo de edificios, si bien parece que claramente dirigidos a grandes almacenes y tiendas de diversos productos de consumo.

Estoy de acuerdo con muchos analistas cuando dicen que estas manifestaciones tienen poco de políticas, sobre todo cuando no vemos edificios públicos atacados, sino puros saqueos de material deportivo o electrónico. Sin embargo, no conviene dejar el asunto en un mero problema policial o de seguridad pública, porque obviamente unos incidentes así no surgen de la nada, o de una panda de "rufianes" que de repente se ponen de acuerdo en incendiar el país.

El Reino Unido es uno de los grandes baluartes del capitalismo mundial. La city londinense (que, no lo olvidemos, es un gran paraíso fiscal dentro de la misma ciudad) alberga a las grandes compañías mundiales y el país sigue siendo una referencia mundial en el desarrollo de un sistema basado en el individualismo, la ganancia personal y el progreso económico. Pero el país también es un ejemplo de la aplicación, sobre todo desde los años 80 con Margaret Thatcher, de sucesivas oleadas de políticas neoliberales que han ido desmantelando poco a poco su sistema de protección social y que, por ende, han ido dando lugar a un país cada vez más desigual en su reparto de la riqueza. Parece, pues, un buen ejemplo de laboratorio para analizar el desarrollo de un capitalismo bastante "puro".

El sistema capitalista es básicamente embaucador. Promete cosas. A través de los medios de comunicación vemos diariamente a personas que, sin ser demasiado listas ni tener unos principios éticos especialmente desarrollados, acceden a status bastante privilegiados, status que siempre se basan en la posesión material y en el acceso a un determinado nivel de vida donde no importa tanto qué haces sino dónde estás y cómo te ven los demas. Es la cultura del éxito, de los triunfadores, la "cultura facebook", donde millones de egos pugnan por ser quien más sonríe en las fotos, quien más amigos tiene y quien hace los viajes más alucinantes. No existen los problemas en este mundo virtual que se nos vende como una tierra prometida a la que cualquiera puede acceder, desde la típica chica de barrio sin estudios hasta el chaval que jugaba al fútbol en el callejón y que llegó a ser un nuevo Tony Manero con su Ferrari y su gorra rosa.

Todo este mundo paralelo que el sistema ha ido creando genera el pensamiento de que, aunque tengamos trabajos de mierda, aunque nos sintamos como hamsters dentro de una rueda eterna, al menos esto nos da dinero para tener esas ansiadas vacaciones, cuyas fotos luego colgaremos en el facebook, o para comprarnos el último ipod, ipad o iloquesea para enseñárselo a nuestros compañeros de ese trabajo de mierda que tenemos y fardar de él. El problema surge cuando esos trabajos de baja calidad ya no dan ni siquiera para colgar fotos en facebook o para comprarnos gadgets. A nadie le gusta que las promesas que te han hecho no se cumplan.

Alguien podría decir que esto no justifica determinados comportamientos, que todos deberíamos tener una tolerancia a la frustración y que no todo en este mundo son las riquezas o posesiones materiales, y los tres argumentos son ciertos. El problema es que, cuando se ha instituido un sistema que deja de lado la cultura y la educación como los mejores medios de progreso e inclusión social, cuando poco a poco va calando ese "todo vale" que ya se inculca incluso desde los propios dirigentes políticos, cuando a la hora de afrontar una crisis económica siempre se recorta por el lado de las políticas de integración y de redistribución, no podemos echar la culpa de todo lo que está pasando tan sólo a los que queman coches. ¿Cuántas biblioteas se han cerrado en los barrios ingleses donde se están produciendo los disturbios? ¿Qué alternativas de futuro ofrece el sistema a sus jóvenes? Empezamos a ver que quizá ya tienen menos que perder saliendo a la calle a incendiar la ciudad que quedándose en casa refunfuñando porque no pudieron comprarse unas nuevas zapatillas. Esto también es capitalismo.

Cada vez más tengo la sensación de que el capitalismo se derrumbará solo, fruto de sus cada vez menos disimulables contradicciones y de la cada vez mayor legión de excluidos que produce. Estoy convencido de que los jóvenes que han provocado los disturbios no habrán tenido (en su mayoría) motivaciones de reivindicación política. Están aún muy dentro del sistema si lo que obtienen de su revuelta son televisiones de plasma o zapatillas deportivas. Sin embargo, plantean al sistema una pregunta importante: ¿qué hacemos si lo que nos prometiste era mentira?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Vergüenza



He elegido este vídeo para poner un ejemplo de las "fiestas" que, a día de hoy, aún se siguen celebrando en este país nuestro y que, a cualquiera con dos dedos de frente, sólo pueden producir vergüenza de compartir nacionalidad con los perpetradores de estos crímenes.

Ahora que vivimos estos tiempos tan cargados de futuro, de nuevas propuestas en las maneras de organizarnos, de vivir, de compartir este planeta, ver videos como este sólo puede llevarnos a denunciar estos espectáculos dantescos una y otra vez. Porque, aunque parezca una obviedad (últimamente parece que no paro de decir obviedades, pero las digo muy a gusto), tenemos que volver a relacionarnos con nuestro planeta, con la naturaleza de la que formamos parte y a la que no podemos atacar de forma tan gratuita, sádica y sangrienta. Mientras la relación de determinados seres humanos (hago esfuerzos para calificarlos así) con nuestros compañeros animales sea de esta prepotencia e ignorancia, no viviremos un mundo mejor.

¿Cómo reaccionaría la mayoría de ciudadanos si me vieran en la calle vestido con un traje hortera, dando pases con un trapo y finalmente acuchillando a un perro que pasaba por allí, animando además a la gente a que viniera a ver el espectáculo? Posiblemente me denunciarían en comisaría. ¿Por qué se siguen permitiendo este tipo de comportamientos con los toros? Y, por favor, no me argumenten que es una tradición milenaria porque, señoras y señores, el hecho de que algo sea tradicional no significa que sea bueno per se. También eran una tradición muy arraigada en el Imperio Romano los espectáculos en los que las fieras devoraban a los gladiadores, o los autos de fe en las plazas públicas en nuestro (no tan) pasado medieval.

Acabemos con estas prácticas bárbaras y persigamos a los culpables. Hagámosles sentir vergüenza de su horrible comportamiento.


POR LA ABOLICIÓN DE TODOS LOS ESPECTÁCULOS TAURINOS EN ESPAÑA

martes, 2 de agosto de 2011

Hacia un movimiento global

Estamos viendo estos últimos días cómo la crisis que nos afecta ya no es tanto una crisis económica, sino una pugna entre dos modelos de entender la organización política y económica del mundo. Uno sería el clásico modelo social-demócrata keynesiano, que trata de corregir los desequilibrios que provoca la economía intentando una redistribución de la riqueza, y otro es el neoliberal, que sueña con un mercado libre sin restricciones donde prime el darwinismo social y sólo los más fuertes sobrevivan. Lo novedoso de esta pugna (que en realidad existe desde hace décadas) es que es la primera vez que se desarrolla en un mundo conectado e hiperinformado, lo cual lleva a que se generen fácilmente corrientes de solidaridad entre ciudadanos de los rincones más alejados del mundo.

Lo hemos visto primero con las revueltas árabes. Frente a la torpeza e inoperancia de los dirigentes occidentales a la hora de analizar estos movimientos, la ciudadanía europea enseguida vio en ellos un motivo para la esperanza, una nueva ilusión en un mundo que cada vez estaba más desilusionado. Pocas cosas pueden emocionar más que ver un pueblo que hace realidad sus deseos de manera pacífica frente a un tirano. El efecto dominó fue pronto una realidad en todo el Magreb y el Mashreq, pasando de Túnez a Egipto para después instalarse en la península arábiga con los ejemplos de Bahrein o Yemen, y también en la fachada oriental del Mediterráneo, donde actualmente el régimen sirio masacra a sus ciudadanos por hacer lo mismo que ya hicieron los egipcios y los tunecinos.

Pero no se detuvo ahí la ola, y unos tres meses más tarde de la revuelta egipcia, asistimos en España al nacimiento del movimiento 15-M, que se ha ido mostrando cada vez más influyente en la política española y en el único foco de esperanza para muchas personas que realmente creen (creemos) que un mundo más vivible es posible. Este movimiento, a su vez, ha servido para apoyar los surgidos en Grecia a raíz de su rescate económico, y hace pocos días veíamos como varios miles de ciudadanos se manifestaban en Israel contra las condiciones sociales del país.

Esto no es nada extraño. Parece bastante claro, aunque los medios de comunicación, los grandes partidos políticos y los intereses económicos se empeñan en cegarnos con otros cebos, que los grandes problemas que afectan hoy al ciudadano medio de cualquier país no provienen mayoritariamente de conflictos entre naciones, ni de luchas por territorios, sino de las diferencias entre ricos y pobres. A lo largo de la historia, los privilegiados siempre han luchado por mantener el status quo defendiendo sus privilegios, y también a lo largo de la historia, cuando la humanidad ha avanzado ha sido a costa de arrebatar a esos grupos sus privilegios. En la crisis actual no es que estén luchando por mantener sus privilegios, es que los están aumentando descaradamente delante de la mayoría de los ciudadanos a los que se les imponen continuos recortes y sacrificios en su nivel de vida. Ayer mismo leía que, en el caso de España, mientras los sueldos de los directivos de las empresas del Ibex 35 habían subido de media un 17%, los de los trabajadores de esas mismas empresas lo habían hecho un escaso 1%. Esto, en una situación de presunta crisis económica, es inadmisible. Y su aparición en los medios de comunicación junto a otras noticias de EREs, desahucios y redadas racistas, lo hace absolutamente obsceno.

Como digo, no es una situación exclusivamente española. El triste episodio de las negociaciones para subir el techo de deuda en Estados Unidos al que estamos asistiendo en los últimos días es un ejemplo más. El sector más duro del partido republicano, el Tea Party, impone su radical y premoderna noción del no-Estado para obligar a toda la Cámara de Representantes y a todo el Senado a aprobar un plan de recorte en el gasto público que afectará principalmente a las clases medias y bajas de la sociedad, y de paso obliga al presidente Obama a olvidarse de aquello de subir los impuestos a los más ricos, faltaría más.

Este sistema diabólico en el que todos estamos metidos ha creado monstruos tan poderosos que muy pocos son capaces de plantarles cara. Porque si Obama insinúa que va a subir los impuestos a los ricos, enseguida recibe llamadas que le dicen que no les importará hundir el país si sigue con esa idea. Lo mismo cabe decir de Zapatero, ese triste adalid de la causa social que de repente vio que no había más salida que congelar pensiones, bajar el sueldo a los funcionarios y eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio. El capitalismo ha establecido su propia gobernanza global, que está muy lejos de los gobiernos democráticos y muy cerca de los consejos de administración de las grandes multinacionales. Es muy fácil, por ejemplo, descargar toda la responsabilidad de que en España haya casi 5 millones de parados en el gobierno de turno, pero ¿quiénes son los que realmente crean empleo? ¿Quién tiene la decisión final de contratar? Las grandes empresas tienen el poder de hundir la economía de un país sólo para cambiar un gobierno y lo mismo cabe decir de esos oscuros grupos de poder como el Tea Party, que mantienen en vilo a todo un país para favorecer los intereses de una minoría rica y privilegiada. Esta es la absurda situación en la que este sistema favorecedor de la avaricia y la ganancia económica sin límites nos ha metido.

Motivos para la esperanza: muchos. El fundamental es que poco a poco todos nos vamos dando cuenta de esta farsa. Y nos vamos dando cuenta en todo el mundo. Los amos del cortijo son poderosos, es cierto, y tienen armas convincentes para muchos: el miedo, la resignación, la desesperanza. Pero estas armas no tienen nada que hacer frente a otras como la ilusión, el valor y la esperanza en un mundo mejor. Sonará ingenuo, pero los seres humanos somos capaces de organizarnos mucho mejor de lo que lo estamos ahora. Nada es intocable y cuando se demuestra que algo no funciona, hay que cambiarlo. Los poderosos seguirán tensando la cuerda, porque su ceguera avariciosa no tiene límites. Nada tienen que hacer si toda la ciudadanía mundial hace oir su voz. Desde Estados Unidos a China. Porque la frivolidad de unos pocos no puede regir los destinos de toda la humanidad.