martes, 4 de agosto de 2015

Reflexiones de un madrileño en el país de los catalanes

1. En el año quinto de la era Mas, el independentismo empieza a ser una parodia de sí mismo. El mismo president que desinfló aquel procés que, llevado a sus últimas consecuencias el 9N, pudo ser una buena herramienta de ruptura, convirtiéndolo en un pastiche pactado con el PP en el que él mismo se investía en mártir del catalanismo a cambio de cuatro añitos más en el poder, ayer nos convocó a unas elecciones en las que habrá indepes y no indepes, y nos contarán a ver quien gana. De sanidad, de educación, de dependientes, de desahucios, de momento no han hablado.

Ayer TV3 entrevistó en prime time como "jefe de la oposición" a un señor que ha votado sin rechistar todos los recortes de CiU estos años y que ahora se presenta en la misma lista que ellos (y que además tiene unas ideas genetistas más que sospechosas a juzgar por esta perlita que escribió en 2008). Mientras, David Fernàndez decía esta mañana en RAC1 que sería deseable un voto independentista del 55%. Nunca oiréis a ningún miembro de la CUP pediros que no votéis a Mas, su barco es el mismo, así que no esperéis oposición dura al Govern por su parte. Les veréis llevarse las manos a la cabeza con el racismo de Albiol, sacarle una sandalia a Rodrigo Rato (expresidente de Bankia, banco que pinta tirando a poco en Cataluña) o en profundas diatribas con C's, pero con CiU y sus mariachis... poquito. Les oiréis también repetir el mantra de que el procés no pertenece a ninguna persona ni a ningún partido. Dulce sarcasmo cuando afrontamos que aquel señor que recortó el Estatut en una reunión con ZP renueve su mandato de calle.

A mediodía, este mismo señor, presidente de la comunidad líder estatal en desahucios, da una rueda de prensa donde nos dice que la oprimida Cataluña lidera los ránkings europeos de exportaciones, creación de empleo y crecimiento económico. La frivolidad de un niño rico que se dispone a seguir meándonos en la boca al menos cuatro añitos más.

2. Los sondeos aparecidos hasta hoy sobre el 27S dan vencedora a la Lista del Sí con C's como segunda fuerza. Mientras unos hablan de Ítaca y otros del artículo 155, los neoliberalismos patrios (los del sí y los del no) paladean el sueño de cuatro años más gobernando, esta vez ya sin barreras, golpeándose fuerte con los palos (acolchados) de sus banderas mientras siguen jodiendo la vida a los trabajadores, a los inmigrantes, a los pobres, a los dependientes.

Tres elecciones en cinco años, jugada maestra del padre de la patria que convierte un previsible destino de cuatro años sin pena ni gloria defenestrado por sus recortes en nueve años de regodeo y lecciones de democracia. Ni Esperanza Aguirre podía haberlo pensado mejor.

3. Las clases populares estamos solas, más que nunca, en Cataluña. Desde el independentismo se nos vende que el partido de las clases populares son las CUP, cuyo anterior portavoz, David Fernàndez, se abrazaba un día sí y otro también con el capo Mas y cuyo nuevo cabeza de lista, Antonio Baños, nos dice que un empleado de la SEAT tiene mejores condiciones laborales que un burgués. Por supuesto, no se comen ni un colín en los barrios populares de Barcelona y en su cinturón metropolitano. Triunfan en Sant Cugat (lo que sería un Pozuelo en Madrid) y en el ecosistema hipster de Gràcia. Candidaturas de Unidad Pija.

Por otro lado, la candidatura Catalunya Sí Que Es Pot elige un candidato poco conocido, sin tirón mediático y con poco espacio de tiempo para darse a conocer, lo que acentúa la sensación de abandono.

El mainstream mediático en Cataluña, a diferencia del español, aún chuta bastante y vende con bastante éxito la Cataluña independentista como la única Cataluña existente. No lo es. Existe cabreo y mucha polarización y, de momento, tiene un claro beneficiario: Ciutadans. Pero ojo con Albiol, que curiosamente también defiende que el 27S no va de izquierdas contra derechas. Es el candidato idóneo para Rajoy. También para Mas.

4. Cataluña necesita ruptura sí, pero precisamente de los que más hablan de ella. Romper los marcos neoliberales implica tumbar al PP, al PSC y a C'S, sí, pero también a la Lista del Sí y a sus comparsas de las CUP que desactivan la lucha popular como hizo el PCE en los 80.

Hoy David Fernàndez decía que para él Felip Puig no tenía ninguna legitimidad para hablar y que lo único que debía hacer era pedir perdón a Esther Quintana. El jefe de Felip Puig cuando un agente de los mossos dejó tuerta a Esther era Artur Mas, pero de él David no ha dicho nada. Silencios que matan.