jueves, 30 de abril de 2015

Podemos, no os suméis al club

En febrero de 2014 me ilusioné con el nacimiento de Podemos. Conocía a Pablo Iglesias, Errejón, Monedero... de sus debates en La Tuerka y Fort Apache y me pareció que su salto a las teles generalistas fue una de las mejores cosas que pasaron en el páramo de legislatura que nos estaba dejando el PP. 

Les voté en las europeas tras ver a Pablo Iglesias en un mítin en plaça Universitat en el que éramos cuatro y el del tambor. Les voté, pero tenía serias dudas de que sacaran más de un escaño, si llegaban. Sacaron cinco y aquella noche fue de alegría y subidón. Empecé a sentir que sí se podía. La sensación creció cuando empezaron a aparecer sondeos donde Podemos oscilaba entre la primera y la segunda fuerza política del país con un discurso agresivo que incluía elementos como la auditoría de la deuda española, el impago de la considerada ilegítima, la renta básica ciudadana, el fin de los desahucios... Un discurso rompedor que lo petaba en las teles (aún recuerdo a la presentadora de Un Tiempo Nuevo en Telecinco implorando a Monedero que acudiera más a menudo) y parecía que también en la arena electoral. Un sueño, vamos.

Desde ese momento, no existió para mí más herramienta de cambio desde lo institucional (no olvido el cambio desde la calle, que es fundamental, pero ya he hablado mucho de él por aquí) que Podemos. Nunca milité en ningún partido pero, desencantado como estaba con la izquierda alternativa catalana, siempre fascinada por las élites burguesas de CiU que dominaban el país con Franco y en los 40 años posteriores, y con la supuesta "pureza" de IU, que nunca se comió una rosca porque estaba demasiado cómoda en su 8-10% de votos, Podemos fue para mí un soplo de aire que traía reminiscencias del 15M y en el que colaboraba gente a la que admiraba y leía desde hacía tiempo. Estuve en la Asamblea de Vistalegre en octubre y escuché a Santiago Alba Rico hablar de aquellos agujeros que entre todos íbamos a llenar con más democracia, como esos griegos locos que tanto asustaban a los persas.

Sin embargo, van pasando los meses y el partido empieza a difuminarse y empiezo a ver cosas que, sin considerarlas graves, me empieza a costar defender o justificar, y que creo que están en la base de los males que hoy aquejan al partido, ahí van:

1. La progresiva desaparición de sus tres fundadores de la primera línea de fuego mediático. A raíz del "caso Monedero", del "caso Errejón" y de los continuos ataques de los medios utilizando el espantajo de Venezuela como ariete parece que se toma la decisión de esconderse y capear el temporal desde atrás. No soy partidario de personalismos en política, y creo que una de las principales virtudes de Podemos es que nació como herramienta de cambio para los de abajo, pero no niego el valor que tiene que tres personas de gran valía intelectual como Iglesias, Errejón y Monedero salgan en las teles a desgranar un discurso bien elaborado ante energúmenos de la derecha histérica y neoliberal que acaban retratándose a sí mismos como los cretinos que son. Siempre consideré que el principal activo de Podemos es su discurso y su proyecto pero el valor de los tres "altavoces" principales de dicho proyecto es fundamental, porque lo hacían (y lo hacen) muy bien. Siempre me han resultado graciosos esos "activistas" que ser ríen cínicamente de los personalismos, que critican que se salga en esas teles que emiten programas basura, que lo miran todo desde la distancia intelectual y, por tanto, desde el mayor de los clasismos. Muchas veces me pregunto si esa gente no tiene abuelos, no compra el pan, no habla con la gente de la calle y realmente no sabe cómo vive una gran cantidad de gente la política en España: a través de la tele e identificándose con líderes (sí, la mayoría de gente de 50 para arriba ni tiene twitter ni le importa un pito si las decisiones de los partidos son asamblearias o por mayoría cualificada).

Paralelamente, empiezo a ver cosas "raritas" que no me gustan un pelo y que trato de entender pero no alcanzo a hacerlo del todo: la reunión con Zapatero y Bono, los lamentos porque Susana Díaz no les coge el teléfono (cuando no veo razón alguna para tener que facilitarle a esta señora la investidura, sea con o sin condiciones) o el "regalito" del dvd al rey. De nuevo me aparece el fantasma de la fascinación ante los engranajes del poder y sus élites que tanto detesto y al que nos tiene tan acostumbrados la "izquierda" catalana.

Mientras escribo esto veo que Monedero ha presentado la dimisión de todos sus cargos tras declarar esta mañana en una entrevista que se sentía "traicionado" por el partido, que cada vez se parecía más  a aquello contra lo que luchaban, y también me parece "rarito". Últimamente muchas cosas en Podemos me parecen raras en lugar de ilusionantes y eso no mola.

2. El abandono de las candidaturas de unidad popluar a nivel autonómico o incluso estatal en favor de un "nosotros solos" que cada día parece un rumbo más equivocado. Que antes haya dicho que IU estaba estancada y no me atraía no significa que niegue la importancia de la labor que han realizado en esa formación personas como Alberto Garzón y Tania Sánchez. Considero a ambos activos importantísimos para un posible "asalto" a las instituciones y la jugada según la cual Sánchez ha terminado fuera de toda posible candidatura en Madrid, teniendo muchísimo potencial para poder haber sido una gran presidenta de la CAM me parece uno de los eventos más rocambolescos y decepcionantes que hemos vivido estos meses. 

Que las candidaturas de unidad popular, aun con problemas en su formación, pueden funcionar bien y chutar mucho en lo electoral lo demuestra Barcelona en Comú, que oscila entre el primer y segundo puesto en los sondeos para la alcaldía de Barcelona. Si aquí hemos sido capaces, ¿por qué no intentarlo a nivel estatal? Toda ayuda es poca y no valen egocentrismos desatados. Hay que reunir muchos votos para ganar a la derecha, muchos, y aún estamos a tiempo.

3. Al contrario de algunos análisis que he leído por ahí, no creo que la aparición de Ciudadanos haya sido causa del declive de Podemos, sino consecuencia. Desde el momento en que el discurso sobre la deuda desaparece, el de renta básica se suaviza y el de desahucios, no sabe, no contesta, si aparece otro partido que aprovecha el boquete que has abierto tú y empieza a ocupar tus vacíos (deliberados) y a tapar tus silencios (también deliberados) empezará a tomar posiciones que ya habías ganado tú pero que habías dejado desatendidas. El discurso de Ciudadanos es idéntico (o peor) que el del PP pero lo revisten de marcos introducidos por Podemos (el desencanto, la lucha contra la corrupción, la transparencia...) y chuta. Chuta por lo mismo que decía en el primer punto: tele+liderazgo fuerte. Chuta.

No puedo hablar por todos los votantes y simpatizantes de Podemos, claro, pero desde luego que en mi caso no los elegí ni para ser el PSOE 2.0 ni para ser una nueva bisagra estilo IU. Los elegí para ganar. Y doy por supuesto que ellos eran conscientes desde el principio de las dificultades y obstáculos que pondría el régimen, sin que ello implicara que a las primeras de cambio fueran a echar el freno buscando la moderación. De hecho, con su primer discurso más agresivo tenían el 30% de estimación de voto y ahora rondan el 15-20%. Necesitamos alternativas imaginativas, discursos rupturistas bien contados en prime time, llevar la iniciativa de la agenda y destrozar los marcos del sistema para crear otros nuevos. ¿Difícil? Dificilísimo, pero chavales, lo estabáis empezando a conseguir y me niego a que eso pare. Ahora no. Porque me da la sensación de que sois vosotros los que paráis, y no de que os estén parando, y no me mola. Sorprendednos, sed audaces e id a por todas. Si os dais el batacazo, que sea después de las elecciones, nunca antes, joder.

Supongo que todo esto no llegará a nadie de Podemos y en realidad lo he escrito para desahogarme un poco, pero desde este humilde espacio sólo quiero decir que sigo pensando que sí se puede y que estábais (estábamos) en ello. Nadie dijo que fuera a ser fácil, pero de renuncias y vendidos es de lo que estamos hartos en este país. No os suméis al club.