sábado, 14 de abril de 2012

Bajo el sol africano


Hay fotos que hablan por sí mismas. De una cierta manera de entender la vida, de entender el mundo y de relacionarse con él. Como esta, que reúne mucha información acerca de la posición de un hombre en este planeta, posando imperial junto con dos cadáveres de búfalo, como aquellos aguerridos exploradores europeos que durante todo el siglo pasado (y el anterior) se iban de safari a África y, entre risotadas y tragos de ginebra (buenísima para la malaria) asesinaban jirafas, búfalos y elefantes con sus escopetas mientras los pobres negritos se derrengaban llevándoles los baúles a la espalda. Son sus dos trofeos, el premio a una agotadora jornada de caza por la sabana africana, que él se ha ganado, como padre de la patria, como prohombre artífice de la llegada de la democracia a un pequeño país del sur de Europa, como penúltimo eslabón de una regia dinastía francesa, llena de honores y hazañas en su magnífica historia.

Es un hombre de 74 años que últimamente anda preocupado, enfadado, decepcionado con su país, que no le quiere como antes, que no le entiende, que no le agradece lo mucho que le ha servido y lo mucho que se ha sacrificado por él. En África vuelve a sentirse libre, poderoso, él y la naturaleza, y su rifle, puede controlar la vida y la muerte. Lejos del desagradecido pueblo español. Y le gusta.

Ayer Juan Carlos I se rompió la cadera en una jornada de caza de elefantes en Botswana. Y saltó la noticia. Estará extrañado, pues llevará haciendo estas cacerías toda su vida y nunca ha considerado necesario informar de ello a sus súbditos. ¿Para qué? ¿Para que hagan demagogia barata? ¿Por qué no se callan? ¿Qué quieren, volver al caos de la República? No tienen ni puta idea de lo duro que es ser rey y de las grandes penurias que ha pasado en su vida desde que Franco le llamó a Estoril para que fuera su sucesor, así que se merece desfogarse de vez en cuando.

La Casa Real española ha visto rebajado su presupuesto en 2012 en un 2%, mientras que la Investigación, el Desarrollo y la Innovación han visto recortadas sus partidas presupuestarias en un 26%. ¿Pero quién les ha traído a estos tanta prosperidad? ¿De qué se quejan? Qué fácil es hacer demagogia, y qué bien sabe la ginebra bajo el sol africano.

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